Capítulo 9

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Él no estaba tan entusiasmado como Addie había deseado. Ella había recorrido al menos tres tiendas distintas hasta encontrar un traje que pareciera adecuado para él, pero Nix ni siquiera se había molestado en mirarlo cuando ella lo había mostrado tan alegremente. No se decepcionó, había sido una reacción previsible de su parte. Al menos podía asegurarse de que cumpliera con la vestimenta.

Se mostró igual de indiferente cuando regresó a la mañana siguiente con una pila de carpetas tan alta como para taparla por completo. Nix no desvió la mirada de su móvil cuando ella dejó caer la pila delante de él. No dejaba de darle vueltas al aparato entre sus manos, como si intentara descifrar su funcionamiento por su cuenta en vez de preguntar. Addie lo conocía lo suficiente como para saber que era mejor no entrometerse.

—El cónclave es en tres días, tenemos un cóctel de bienvenida la noche anterior —anunció ella—. Me tomó horas, pero logré juntar la información de todos los invitados, así podremos conocerlos y asegurarnos de causar una buena impresión.

—¿Y por qué querría hacerlo? —preguntó Nix con desinterés sin desviar la vista de su teléfono.

—Porque estas personas estarán decidiendo sobre las leyes actuales, y así como se te otorgó un permiso, podrían quitártelo —dijo Addie—. Es importante agradarles.

—No pueden deportarme, puedo regresar cuando quiera —respondió él.

—Pueden encerrarte —dijo ella y Nix guardó silencio, Addie suspiró al desparramar las carpetas—. Tenemos mucho que estudiar. Estamos hablando de unos veinte países que estarán participando en representación de su zona. Al menos veinte representantes que conocer. Y cada uno tendrá una opinión muy distinta sobre ti, pero el mismo peso que las demás.

—No existe tal cosa como un mismo peso. Siempre alguien es más escuchado que otro —murmuró Nix sin prestarle atención—. Es de ese modo en cualquier mundo.

—Pierre Leroux, representante de Francia. Tiene un historial investigando el uso de sangre en magia —Addie señaló una carpeta y luego otra—. Hay algunos representantes africanos que aseguran tener pruebas en contra de la magia negra. Hay un especialista en casos de magia negra por aquí también, y un psicólogo, y los orientales...

—Entonces comienza a leerme todos los archivos —ordenó él.

Ella suspiró y se sentó en el suelo, cogiendo la primera carpeta para comenzar. Al menos Nix la estaba escuchando, o eso creía. Era un avance. Y le había pedido que le trajera ramen ayer. Gestos pequeños, pero era mejor a ser completamente rechazada y tal vez, si cumplía con sus pedidos, entonces él le daría una mejor calificación para el próximo mes.

—Suena como un idiota —interrumpió Nix cuando ella iba por la séptima carpeta—. Pasa a la siguiente.

—No estás siendo muy amable con tus comentarios hacia ninguno —murmuró Addie dejando esa carpeta a un lado y cogiendo otra—. Japón tiene tres representantes.

—¿Por qué? —ella se encogió de hombros al escuchar la pregunta— Todos los demás países tienen un solo representante.

—¿Quién sabe? Así es cómo ellos son, y así fue siempre. No operan como la Agencia en el resto de los países. Dividieron su propio territorio en tres partes independientes y a la vez colaboradoras, y si quieren reunirte con el país, debes con uno de cada parte a la vez —respondió ella—. Dicen que cuando quisieron cambiar eso, los japoneses no vinieron, y malas decisiones fueron tomadas en ese cónclave.

—Ridículo —murmuró Nix—. Entonces debemos agradarles a los tres por igual.

—Cada uno tiene una opinión distinta, pero la decisión será conjunta —Addie asintió—. Rai Taiyo. Bunji Sheru. Takeo Feza —ella tuvo cuidado al pronunciar ese último nombre antes de abrir la carpeta para fijarse en la información—. Son arrogantes y prepotentes, Takeo es considerado un experto en tu tipo de magia. Son los más jóvenes invitados, así que mostrarán con orgullo su lugar. Eso comentó mi director.

El ladrón de palabras (trilogía ladrones #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora