Capítulo 27

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Key contuvo la respiración al apoyarse contra la puerta, su mano en su estilete por instinto. El simple rozar su empuñadura la llenó con la suficiente confianza. De todos modos no era como si fuera a enfrentarse a otro agente, definitivamente no uno como Ada. Y cuando pelear no era una alternativa, solo quedaba correr. Nix había sido rápido en tirar de ella fuera de vista y dentro de una sala de reunión, Key no había dudado en cerrar la puerta detrás.

Eso había estado cerca. No deberían ser tan descuidados, y a la vez sentía ganas de reír. Se sentía como una niña haciendo travesuras, tal vez porque nunca había tenido la oportunidad de hacer algo así. No había terminado su duelo sin que Nana la pusiera a cargo de dos niños, no había podido disfrutar de sus años entrenando con otros jóvenes por todas las miradas extrañas y tener siempre que ocuparse de su piel, y luego siempre había habido alguna tarea que cumplir.

Cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás sin poder contener su sonrisa. Había sido tonto de su parte. No debería cometer ese tipo de deslices, no en la sede de todos los lugares posibles, no en medio de una fiesta con tantas personas pudiendo verla. ¿Pero qué había de malo? Nadie nunca le había dado mucha importancia a la regla de sin contacto.

—Te concederé que tu agente siempre aparece en el momento menos adecuado —dijo Key.

—No es tan terrible como parece —respondió Nix—. Tal vez tienes razón, y recibió el título de agente por algún motivo.

—¿Se ocupa bien de ti? —preguntó ella.

—Intenta evitar que tenga problemas —admitió Nix.

—¿Quieres irte de aquí? —Key hizo una mueca—. Aunque tendremos que esperar a que despejen el corredor.

—No conoces a Ada o lo insistente que puede llegar a ser —Nix se acercó hasta una ventana y la abrió.

—¿Qué estás haciendo?

Él no la escuchó. Se subió al borde de la ventana, inclinándose hacia delante para ver fuera. Key se aseguró que la puerta estuviera bien cerrada antes de acercarse también. Ya era suficientemente entrada la noche como para que las calles estuvieran a oscuras, las personas habiéndose refugiado del frío en el interior. No pudo ver con claridad fuera, y terminó por aceptar la mano de Nix para subir a su lado.

Él dio un paso hacia delante, tirando de ella. Su corazón se detuvo al temer lo peor, su estómago retorciéndose ante la repentina gravedad, antes que sus zapatos encontraran el muro y pisaran como si se tratara del suelo. Key no pudo evitarlo. Se aferró a Nix con ambas manos, mirando el suelo muchos metros por debajo de ella sin que su cuerpo aceptara que fuera posible. Su cabello caía hacia abajo, completamente en desacuerdo con donde sus pies estaban. Había crecido con la gravedad no siendo más que una noción, una fuerza que burlar con saltos y equilibrio, pero no algo así. Nunca algo así. No sin un objeto a lo cual aferrarse. No era natural.

—Eres una miedosa —dijo Nix—. Cierra tus ojos.

—No es vértigo —dijo Key enseguida.

—No tienes que pensar, o no podrás avanzar.

No era vértigo. Key nunca había tenido tal cosa como miedo a las alturas. Pero, al menos esa vez, su vida no dependía de confiar en el balanceo de su cuerpo o la fuerza de sus brazos o el agarre de sus manos. No dependía de ella, y no había nada a lo que aferrarse, ese era el problema.

Terminó por ceder y cerrar los ojos, dejando que Nix la guiara un paso a la vez. Intentó no pensar en lo que estaba haciendo, o el modo en que su cabello acariciaba su rostro. Se repitió lo que Takeo le había enseñado respecto a la magia oscura. No afectaba al individuo, sino al entorno, por eso podía ser difícil de erradicar. Nix simplemente había cambiado la gravedad, como le había visto hacer más de una vez.

El ladrón de palabras (trilogía ladrones #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora