Capítulo 37

2.6K 477 180
                                    


Se sentía bien por una vez salir de día. Key casi podía disfrutar de los rayos de sol colándose a través de las delgadas ramas cuanto más se adentraban en Aokigahara, de no ser porque no había tenido tiempo de ponerse protector y estaba siendo cuidadosa en permanecer a la sombra. No quería arriesgarse a ningún tipo de quemadura, ni cosas peores. El invierno se estaba debilitando poco a poco, y ella casi podía sentir a la primavera luchando por comenzar a ganar territorio.

Sus pasos fueron seguros con sus botas, evitando raíces y trepando las irregularidades de la tierra. Por una vez, no tenía que preocuparse por no estar viendo bien. Sonrió sin poder evitarlo. Sin importar lo que sucediera, de algún modo Derek siempre sabía lo que a ella le gustaría. Y ella casi logró olvidarse del verdadero motivo por el que estaban caminando.

—No tenemos que hablar de esto si no quieres —dijo Key.

—¿Te hace feliz? —preguntó Derek.

Ya se habían adentrado lo suficientemente en el bosque como para que algunas cintas de colores se vieran en la distancia, y la mirada de Derek se desviaba constantemente. Ella prefirió no mencionar el hecho que personas las habrían puesto allí para guiar a otros y que sus cuerpos pudieran ser encontrados. No estaba de ánimo esa mañana para lidiar con eso y dudaba que a su amigo le interesara la vista.

—Sí —admitió ella.

—Entonces está bien por mí —dijo él—. No es como si necesitaras mi opinión.

—No, pero es lindo de oír —dijo Key y suspiró—. Sé que luego de lo sucedido en Washington no te sientes de lo más cómodo con los brujos.

—Eso no justifica cómo te traté ayer. Lo siento.

—Debí decirte la verdad en vez de ocultarlo —Key dudó un instante—. Sea lo que sea que creas, no fue así. Mientras tú estabas mal, solo podía pensar en recuperarte. Nix se ofreció a ayudarme. Asilo, a cambio de su ayuda, ese fue el trato. No creas que, en otras circunstancias, no lo hubiera entregado directo a la Agencia. Pero sabía que tú no estabas siendo tú, y quería salvarte, y la licencia me estaba enloqueciendo. Necesitaba algo que hacer.

—Algo. No alguien, Key —dijo Derek y ella rió.

—Pensé que estaba jugando conmigo. Era la ingenua humana con un corazón demasiado expuesto y fácil de dañar. Lo hacía para molestarme, y yo quería mostrarle que no me afectaba. Se suponía que eran besos vacíos.

Key tocó apenas sus labios al recordarlo. ¿Cuándo habían dejado de serlo? ¿Cuándo la provocación de Nix se había transformado en algo más? ¿Cuándo había logrado deslizarse debajo de su piel? ¿Se podía definir ese momento preciso en que todo cambiaba? Él había besado su piel la noche anterior hasta quedarse dormido, murmurando una y otra vez que cumpliría con su parte del trato. Ella había deseado quedarse entre sus brazos hasta que tuviera que ir a entrenar, pero había sido mejor no arriesgarse a más problemas.

—¿Tienes idea de lo que dicen que hacía en su mundo? —preguntó Derek.

—Quemé a un brujo vivo la otra noche —Key lo miró— Creo que no soy nadie para juzgar.

—Tu corazón es blando, no cruel. No es lo mismo. Hacer cumplir la ley no se compara a lastimar a otros porque sí. Solo tenlo en mente.

—Irónico. Nana dice que soy cruel —respondió ella—. ¿Entonces lo de la frontera es real?

—Dijiste que había desaparecido.

—Eso dicen.

—Estaba molesto contigo —dijo Derek—. Muy molesto. Así que vine al bosque a pensar y lo encontré. Podría no ser nada, o podría ser algún indicio. No lo sé. Eres mejor que yo en estas cosas. ¿Crees que sea peligroso?

El ladrón de palabras (trilogía ladrones #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora