Capítulo 13

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Pip adoraba la nieve. La primera vez que la había visto, su hermano le había gritado y tirado de ella lejos de la ventana. Key lo había reprendido y le había permitido a ella salir para que la conociera. Era fría y se deshacía en sus manos, pero amortiguaba sus pasos y había reído cuando había caído a causa de sus pequeños pies hundiéndose demasiado. Key le había enseñado a hacer ángeles en la nieve y construir muñecos y, últimamente, hacer bolas de nieve resultaba muy útil para practicar puntería.

Su hermano siempre había sido muy particular. Key había tenido que explicarle que la nieve era agua, y no cenizas como él había creído. Pip siempre había deseado que Anton la acompañara fuera, pero ni una sola vez lo había logrado en toda su vida. A ella nunca le había importando que fuera ermitaño, pero a veces resultaba aburrido estar sola fuera. Y la mayoría del tiempo, simplemente no comprendía a Anton.

Adoraba la nieve, porque entonces era imposible no ver su aliento delante de ella. Y le fascinaba el poder ver cómo la vida se escapaba de sus labios, cada suspiro siendo un respiro menos. Key la había reprendido incontables veces por ser demasiado sombría, pero Pip amaba la idea de la muerte, porque eso significaba que ella estaba viva. Podía ver su propia vida y cómo se deslizaba entre sus dedos al intentar atrapar su aliento y era lo más interesante del mundo.

Aquella noche no tuvo oportunidad de apreciarla. Tan pronto como se despertó, se puso de pie y deslizó la puerta para echar a correr fuera. No se molestó en esconderse esa vez. No tenía tiempo. Corrió sin pensar en las miradas de los humanos o los murmullos. Había estado durmiendo en la habitación de Key, porque allí era donde los agentes dormían, y alguien debía cuidar sus cosas durante su ausencia. Pip había logrado escabullirse dentro y fuera con éxito las otras noches, pero ahora eso ya no importaba.

Apenas estaba agitada para el momento en que llegó a la casa de Nana. Anton estaba tal cual como lo había dejado, y eso partió su corazón un poco. Sentado frente a una ventana abierta, su mirada perdida, un tazón frío de ramen a su lado. Pip sintió sus ojos arder. Se había mostrado fuerte frente a Key, porque eso es lo que ella hubiera hecho, pero extrañaba a su hermano más que cualquier otra cosa.

Anton le había pedido que se cubriera los oídos y no mirara, y ella había obedecido. ¿Entonces por qué él no había vuelto a ser el mismo desde entonces? Algo se había roto en ese momento dentro de él, y Pip ni siquiera sabía lo que había sucedido como para descifrar cómo repararlo.

—¡Anton! —lloriqueó ella y lo empujó con todas sus fuerzas, él no se movió—. ¡Anton! ¡Por favor, tienes que ayudarme! —Pip sintió la primera lágrima escaparse—. ¡El hombre malo está arruinando todo! Quiere lastimar a Key. Tenemos que advertirle.

Se detuvo al comprender que era en vano sacudirlo. Su hermano bien podría estar muerto por todo lo que había hecho esos meses. Debería cubrirlo del frío y poner comida en su boca para asegurarse que siguiera bien. ¿Acaso a él no le importaba Key? ¿No le importaba nada de todo lo que estaba sucediendo?

—Tenemos que llamar a Key —murmuró Pip dejándolo—. Por favor, Anton. Al hombre malo no le gustan los humanos. ¡Va a lastimar a Key! Ella no está bien, y no lo sabe.

¿Por qué a Anton no le importaba? No era cierto. Se negaba a creer que a su hermano no le importaba Key. Podía pretender lo contrario, pero Pip lo había visto discutir con Nix para que no se acercara a ella y reclamarle a Key por dejar que Derek la hiriera y enojarse cada vez que ella regresaba lastimada por no haberse cuidado.

Escuchó a alguien llamarla y se paralizó al girar para ver al líder del clan a unos metros. Tal vez sí debió haber sido cuidadosa y escabullirse antes. Arata Feza siempre lucía demasiado alto y demasiado serio, y Pip tragó en seco al acercarse para enfrentarlo. Mantuvo su cabeza arriba, porque eso es lo que había visto a Key hacer. Ella había mencionado que él era su tío, entonces debería ser bueno también. ¿No?

El ladrón de palabras (trilogía ladrones #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora