Capítulo 29

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Sorprendentemente, Takeo había tenido razón al decirle que los umbrus adoraban el sashimi. Key no le había preguntado mucho respecto a cuál había sido su relación con el umbrus que antes había estado con los Feza, pero considerando los vastos conocimientos de su primo y que él se hubiera arriesgado a un castigo de la Agencia por advertirle al brujo de huir, no le costaba imaginar que habrían sido cercanos. Ella prefería no pensar en los sangrientos detalles, pero al parecer cualquier cosa que involucrara carne cruda era deliciosa para un umbrus.

Eso no cambiaba que ella estuviera preocupada respecto al destino de Dune. Conociendo a Nix, era mejor no creer en nada que dijera. Él le había dicho meses atrás que había devuelto a Wess con todo el peligro que ella implicaba a Ashdown, y allí estaba la bruja todavía entre humanos. Debería advertirle a la Agencia sobre la presencia de otro usuario de magia negra, alguien que claramente no le importaban las reglas o respetar la vida humana.

Se seguía cuestionando al respecto cuando fue llamada a primera hora del lunes a la sede para ser interrogada. Había sabido que no podría escapar de ello, pero de todos modos le hubiera gustado poder evitarlo. No le atraía en lo más mínimo la idea de mentirle a la Agencia, y últimamente parecía que solo podía hacer eso. Culpó a Nana, ella había comenzado al callar sobre Anton y Pip.

Pensamientos positivos, pensamientos positivos, pensamientos positivos...

Suspiró al detenerse frente a la sala de reuniones y en silencio le pidió una disculpa a sus padres antes de entrar. Era mucho más pequeña que la sala utilizada por el cónclave, mucho más acogedora también, y dentro tan solo encontró a una mujer esperándola en un sillón sentada frente a una mesita con un juego de té encima. No la sorprendió, después de todo el directivo anterior estaba encerrado por su culpa.

Key mantuvo su expresión solemne, inclinando la cabeza al entrar y esperando a que la mujer le indicara sentarse. Permaneció alerta. En toda su vida, nunca antes había tenido una reunión de ese estilo con un directivo, y no podía evitar comenzar a enumerar todo lo que estaba mal en ello. Su padre siempre le había advertido que tuviera cuidado al aceptar té de parte de superiores. Su mirada fue enseguida a la bandeja con medicamentos a un lado junto al juego de té.

—Temo que estoy mal de la garganta, el médico me ha recetado un spray contra la irritación. Tú, por otro lado, luces ciertamente mejor de lo que uno esperaría —dijo la mujer sirviendo ambas tazas—. Es bueno. Una agente como tú sería un desperdicio fuera de servicio. Comprenderás que dadas las recientes circunstancias, Charles ha sido desplazado y me han pedido que me encargue del asunto mientras tanto. Puedes llamarme Anne.

—Mi padre siempre insistió en que debía tratar a mis superiores con el respeto y la formalidad que se merecen, directiva —respondió Key.

—Estoy segura que fue un hombre muy honrado, pero también creo que los tratos deben evolucionar con el tiempo —ella le sonrió al ofrecerle una taza—. Nos he conseguido un poco de té negro directo de Japón. Entiendo honras tus tradiciones.

—Honro mis recuerdos —corrigió Key.

Era algo que los demás nunca parecían comprender. No se trataba de sus raíces, sino de que eran enseñanzas que había heredado de su padre. Lo honraba a él sobre todas las cosas.

—Comprendo —dijo la directiva—. Tenemos varias cosas de las cuales hablar esta mañana. Me gustaría repasar la noche del ataque.

—Ya hice una declaración al respecto —dijo Key.

—Entonces no tendrás problema en repetirla para aclarar ciertos detalles. ¿No?

—No quiero hacerle perder el tiempo con un caso menor.

El ladrón de palabras (trilogía ladrones #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora