Capítulo 34

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Era más sencillo entrenar con Takeo cuando había tenido su brazo en un cabestrillo, y ella su cuerpo en buen estado. Sus músculos dolían por el esfuerzo, sus heridas no dudaban en recordarle que todavía no se habían curado, y el sudor ya comenzaba a perlar su frente. No le importaba con tal de poder practicar con su nueva naginata, pero su cuerpo definitivamente estaba más limitado que de costumbre y eso la frustraba.

—Estás lenta —comentó Takeo.

—Son las vendas —respondió Key.

Había sido cuidadosa de dejar la cuchilla envuelta en seda, de todos modos Takeo no le estaba dando respiro con su bo. Apenas le permitía unos pocos segundos para reacomodarse antes de volver a la carga, ambos empuñando sus armas y andando en círculos como dos depredadores.

—Un lobo no deja que sus heridas lo limiten —dijo él—. La debilidad es mental.

Ella apenas se contuvo de decirle que había muerto. No era algo en lo que le gustara pensar, pero tampoco algo que pudiera ignorar. De todos modos era mejor guardar el secreto que tener que ir dando explicaciones, y prefería evitar meter a Nix en problemas. Porque era evidente que fuera lo que fuera que hubiera hecho, dudaba que su magia no hubiera demandado demasiada sangre a cambio de burlar a la muerte.

No podía arriesgarse a hablar, no con Derek presente. Él estaba sentado a un lado, observándolos sin tener permitido tocar un arma de ningún modo. Se suponía que alguien siempre debía vigilarlo. Y odiaba la idea de cada vez guardar más secretos de él, pero odiaba más el recuerdo de Nix en el suelo ahogándose porque los demás agentes no se molestaban en entenderlo como ella hacía.

—Créeme que mis heridas son bastante reales —dijo Key y se quejó cuando Takeo la alcanzó en su hombro, logrando que soltara su arma—. ¡Ey! ¡Esa es una parte sensible!

—De nuevo —exigió él y ella recuperó su naginata—. Tienes que vencerme.

—¿Cuál es tu obsesión con eso?

Takeo volvió a atacarla, y Key apenas logró bloquearlo a tiempo. Era un oponente demasiado superior. Si meses atrás no lo hubiera quebrado, ella estaba bastante segura de que habría perdido ese enfrentamiento también. Lo entendía, su primo estaba molesto, pero al menos esa vez no con ella, sino con él mismo. Key apenas lo había visto esos días. Takeo pasaba demasiado tiempo con los enfermos, ella sabía que en realidad había una sola persona que le interesaba, y que él se culpaba por haber estado en contacto con el virus y haber contagiado de ese modo a Taiyo Yuki.

Key volvió a caer al suelo, Takeo le exigió que se pusiera de pie y lo intentara de nuevo. Si él estaba esperando que ella lo lastimara otra vez, eso no sucedería. Tenía el absoluto control sobre su cuerpo, y no cometería nunca más un error semejante. Eso no cambiaba que su primo le estuviera dando una paliza. Y su cuerpo no dejaba de recordarle que todavía no se había recuperado como para que alguien ya estuviera barriendo el suelo con ella.

Debería intercambiar lugares con Nix. Podía verlo desde su posición, sentado junto a Anton en la casa de Nana, hablando. Le deseaba suerte si planeaba que el joven lo escuchara, Key había intentado por semanas en vano. Pero incluso aquello parecía preferible a recibir paliza tras paliza de parte de su primo.

Se puso de pie de nuevo, incluso cuando todo su cuerpo deseaba rendirse. Su voluntad era más fuerte que eso, no se dejaría vencer. La mayor parte de su vida había sido su voluntad lo único que le había permitido seguir adelante. Tenía que ser mejor. ¿Si no podía vencer a su primo, un humano como ella, cómo esperaba vencer a un brujo en combate? El nigromante le había ganado, y Dune había reído como si se tratara de un juego de niños.

El ladrón de palabras (trilogía ladrones #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora