Capítulo 16

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Había mejorado, si se lo veía por el lado de que intoxicada sonaba mejor que paralizada por abstinencia de magia. Al menos la intoxicación era algo con lo que Nix podía lidiar. ¿Pero síndrome de Posh? Esa había sido una movida inteligente, enfermar a los humanos con aquello que no tenían cómo curar.

Key se había arrastrado al baño con su cubeta y encerrado allí tan pronto como los otros dos agentes habían partido. Se había negado a salir, y Nix había podido escuchar perfectamente las arcadas al otro lado por lo que pareció una hora. Entonces ella había insistido en limpiar todo por su cuenta sin importar lo que él dijera, y ahora todo tenía el insoportable aroma del desinfectante. Y finalmente, se había duchado antes de permitir que los dos volvieran a estar en la misma habitación, quien sabía cómo dado el estado de debilidad en que se encontraba.

Para ser alguien que cargaba sin cuidado fotografías de cuerpos destrozados y no hacía ascos a nada que pudiera cruzarse, Keira Sakura Feza era indoblegable en lo que respectaba a su imagen personal. Nix había intentado buscarle algunas de las prendas que Ada siempre dejaba en su departamento, pero le hubieran quedado demasiado anchas y cortas a la vez, ambas jóvenes no pudiendo ser más opuestas. Y sabía que necesitaba que Key conservara su calor. Así que había terminado por darle prendas suyas, porque al menos eso cubriría sus muñecas y tobillos, y era un imbécil que le gustaba el perfume que ella dejaba en su ropa.

—Al menos los vómitos terminaron —comentó Wess.

Nix había considerado seriamente encerrarla en la caja de la sala que guardaba para ella, pero su hermana sabía mejor cómo lidiar con la situación y de todos modos ya era demasiado tarde. No la miró mientras seguía revolviendo la sopa. Podía escuchar a Key en la sala, sentada en el sillón bebiendo té.

—Debiste guardar silencio —dijo Nix.

—Entonces la chica ahora estaría en la etapa irreversible del síndrome de Posh y tú estarías insoportable —respondió Wess y también evitó mirarlo—. Sin contar los problemas que hubieras tenido si ella terminaba así en tu departamento. Eres mi hermano. No quiero verte encerrado y torturado por humanos. ¿Quién me sacaría de aquí?

—Sigues teniendo para rato encerrada —dijo Nix con calma—. Todavía no estamos seguros si te has recuperado del todo.

—¿Ella cubrirá este asunto?

—Me lo debe.

—¿Qué hay de los otros dos?

—Puedo encargarme —Nix cogió un tazón y sirvió un poco de sopa.

—Quizás levante temperatura durante la noche. Los humanos tienen fiebre también. ¿No? Y es importante mantenerla hidrata —continuó Wess con su voz de hermana mayor.

—Sé cómo tratar con un enfermo —dijo Nix.

—¿En serio? Porque recuerdo esa vez en casa...

—Suficiente por hoy, Wess.

La encerró en un cajón del escritorio al salir de la cocina. Ella protestó, pero era solo cuestión de segundos antes de que se cansara y fuera a leer un libro o lo que fuese que hiciera cuando estaba a solas. Nix había recortado demasiadas revistas y metido dentro de su habitación de bolsillo todo lo que ella necesitase o deseara con tal de mantenerla callada. Vestidos, demasiados vestidos de diseñadores con lo intrincados e imposibles que eran, y que Wess aseguraba era uno de los principales motivos por los que los humanos no debían desaparecer. Ella admiraba su creatividad.

Se detuvo frente a Key en el sillón y le extendió el tazón de sopa. Ella levantó la vista de su teléfono para mirarlo. El color había regresado a sus mejillas, enrojecidas por el té caliente que había estado bebiendo. Su sonrisa incluso era la misma que en Washington, brillante y amable como ninguna otra. Y se oía bien. Aun con el cabello mojado y las prendas sueltas, ella estaba bien.

El ladrón de palabras (trilogía ladrones #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora