Capítulo 24

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No habló el resto del día, y durmió la mayor parte. Solo se levantó para comer, y a la mañana siguiente cuando fue momento de cambiar sus vendas. Nix tuvo cuidado al cortar los vendajes viejos y limpiar las heridas. Esa vez no pudo evitarlo, cerró los ojos al hacerlo. Demasiado temprano para ya lidiar con visiones tan grotescas. Su piel hervía en algunas partes debajo de sus dedos, y Key siseó de dolor cuando tuvo que presionar para sacar cualquier posible inicio de infección.

—Deberías hacerte ver por un humano, y que te den algo para el dolor —murmuró él.

—No —respondió ella enseguida.

—Hay un motivo por el que tú tienes tu medicina, y yo la mía —respondió Nix—. Y por el que al parecer deberías seguir en la enfermería.

—Lo vi —susurró Key y él calló—. Me desperté de noche, y Takeo estaba murmurando algo sobre que no dijera nada y lo dejara hablar a él, y luego el médico no dejaba de hacer preguntas sobre dónde dolía. Pero apenas pude ponerme de pie lo vi por la ventana. El besado por la luz de esta ciudad entra y sale de la sede como si le perteneciera. Le pregunté a la enferma si había visto a un brujo luciendo como yo en el piso, y me dijo que algunos días. No podía quedarme allí. No puedo regresar. ¿Cómo hacerlo cuando cualquiera podría estar bajo su influencia?

—¿Y no crees que lo que estás haciendo ahora le deja saber al brujo que lo descubriste? —preguntó Nix.

—Prefiero enfrentar a un peligro conocido, que un enemigo desconocido.

—No estás en condiciones de enfrentarte a nadie en este estado, Key.

Él se detuvo al llegar a la herida de su hombro. Abrió los ojos solo para mirarla mientras seguía el diseño con la punta de sus dedos. Dune debió haberlo visto como una burla, tan imbécil como era como para no conocer bien los símbolos. La diosa jamás le hablaría. Eso no era adoración, era falta de respeto al no conocer las historias detrás ni saber lo que estaba haciendo en realidad.

—¿Cómo luce? —preguntó Key—. Sé que marcó algo allí. Dijo que debería llevar una marca, para que todos supiera lo que era. ¿Qué hizo?

—Solo una marca —Nix se inclinó, rozando apenas sus labios sobre sus cortes.

—Pretendían hacerme un injerto de piel por el agujero que me dejó, no es solo una marca —murmuró ella.

—Los humanos son extremadamente sensibles a cualquier cosa relacionada con magia —dijo Nix frotando la crema contra su herida—. Afortunadamente, eso también significa que nuestros ungüentos curativos suelen tener mejores efectos en ustedes.

—Nunca lo consideré —admitió Key—. Nana siempre insistió con medicina de brujos, pero no pensé que había algo más que acelerar la sanación y evitar cicatrices.

—Funciona mejor y más rápido en ustedes que en nosotros. Aunque algunas heridas son profundas, quedarán cicatrices. Incluso la magia tiene sus límites.

—No es como si ya no tuviera suficientes —murmuró Key mirando sus manos—. Me he visto en el espejo, doy lástima.

—¿Acaso la imagen importa?

—¿Para los humanos? Algunos solo ven eso —ella suspiró—. No hay maquillaje para mi tono de piel. Aprendí a aceptar mis cicatrices porque no podía ocultarlas, no porque me gustaran. Entonces mejor mostrarlas con orgullo si las personas solo se fijarán en eso.

—Nuestras cicatrices solo nos definen si se los permitimos —respondió él.

Se puso de pie al terminar con las vendas y alejó para guardar sus cosas. Escuchó a Key levantarse también de la cama y seguirlo. No dijo nada al sentir una mano de ella en su espalda. No debería dejarla. Nunca había permitido que nadie lo hiciera, no desde que se había recuperado.

El ladrón de palabras (trilogía ladrones #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora