Capítulo 31

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Key levantó la cabeza tras escuchar ruido fuera. Se puso de pie enseguida al ver a Takeo entrar junto con Benji cargando a Nix entre ellos. Sus pies no se movieron lo suficientemente rápido para alcanzarlos. Nix no podía sostenerse por su cuenta. Su cabeza era un caos de preocupaciones y soluciones a lo que podrían haberle hecho. Tocó su rostro, su piel ardía bajo su mano y estaba cubierta de sudor. Él apenas fue capaz de abrir sus ojos para mirarla.

—¿Qué le dieron? —preguntó enseguida, Benji sacudió su cabeza en rendición.

—Algo efervescente, no sabemos qué.

Contuvo una maldición, eso no ayudaba. Tomó enseguida el lugar de su primo, pasando uno de los brazos de Nix sobre sus hombros para cargarlo mientras liberaba a Takeo para cerrar la compuerta y gritar órdenes. Ayudó a Benji a llevarlo hasta dos asientos y recostarlo. Escaneó su cuerpo en busca de cualquier síntoma que pudiera ayudarla a reconocer con qué estaba lidiando.

Nix se curvó y tapó sus orejas con ambas manos cuando se encendieron las turbinas. Key sintió su corazón detenerse al comprenderlo. Oídos sensibles. Empujó a un lado cualquier emoción y se obligó a actuar como la agente que era. Los demás podían saber de magia, leyes, brujos, todo más que ella, Key nunca habiendo sido una estudiante sobresaliente, pero eso era porque a ella solo le había interesado una cosa.

Le quitó a Benji su móvil sin siquiera pedírselo y encendió la linterna. A ella solo le había importado lograr que los brujos se sintieran bien en su mundo, que pudieran adaptarse del mejor modo y no sufrieran por su transición. Cuando los demás solo se preocupaban por conocerlos para saber a qué se enfrentaban, ella solo había pensado en estudiarlos para ayudarlos.

Forzó a Nix a abrir su boca, el brujo apenas reaccionando. Su garganta estaba demasiado irritada. En silencio contó las horas desde que lo había visto por última vez, intentando deducir cuándo lo habrían forzado a beber. La deshidratación estaba avanzada, y Nix ya era demasiado sensible a su alrededor sin sumar aquello.

—Es antiácido. Agua —dijo retrocediendo—. Necesito agua helada, y hielo, y pon a preparar té... ¿Y tenemos miso?

—Tal vez en quince minutos —dijo Takeo apareciendo—. Estamos por despegar. Todos a sus lugares.

—Necesita atención ahora —dijo Key enderezándose.

—Tenemos que irnos antes que la Agencia aparezca y nos detenga. Lleva horas así, puede esperar unos minutos más.

—Esto es inhumano.

—Mi prioridad es sacarnos a todos de aquí, luego preocuparme por su estado. Si la Agencia nos detiene créeme que la pasaremos peor, en especial él.

—Entonces al menos consígueme agua, porque cada segundo que dejamos pasar tan solo es peor —Key le sostuvo la mirada sin ceder—. Crees que compartimos el mismo pecado. Júrame sobre tu honor que te quedarías sin hacer nada en mi lugar.

Por un instante Takeo no se movió y ella temió que no cedería. Finalmente él se dio vuelta, murmurando maldiciones mientras iba a buscar lo que le pedía. Key giró para fijarse en Nix. Estaba hecho un ovillo, murmurando por lo bajo algo en ashasard que ella no comprendía. ¿Cómo había podido permitir que le hicieran aquello? ¿Acaso no había sufrido lo suficiente en su vida?

—¿Es esto tuyo? —preguntó Takeo revolviendo su bolso y cogiendo un sweater.

—¿Qué estás haciendo con mis...?

Ella no tuvo tiempo de responder. Takeo le lanzó el sweater a Nix y el brujo se aferró a este enseguida, escondiendo su rostro allí. Fue casi imperceptible, pero la tensión en sus hombros cedió un poco. Key se odió por no comprenderlo antes. Él estaba demasiado alterado para procesar algo de su entorno, pero el olfato, el olfato nunca fallaba. Su primo se acercó y le entregó la botella de agua en mano.

El ladrón de palabras (trilogía ladrones #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora