Capítulo 1: Sensaciones

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IMPORTANTE: Este capítulo fue editado el día 12/12/2021, por lo que algunos comentarios pueden no tener sentido con respecto a lo que se desarrolla actualmente.

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«La primavera pasa y se acuerda uno de la inocencia. Pasa el verano y se acuerda uno de la exuberancia. Pasa el otoño y se acuerda uno de la reverencia. Pasa el invierno y se acuerda uno de la perseverancia.» Yoko Ono 


Desde lo lejos se oyen las campanadas que anuncian el comienzo de clases en la secundaria de Odaiba, y grandes cantidades de jóvenes se apresuran para no llegar tarde al primer día. Para algunos, es la primera vez; para otros, que vienen arrastrando los pies con pesadumbre, es solo un día más; y para otro puñado, significa que, después de tanto y dentro de tan poco, todo finalizará.

En aquella muchedumbre, las figuras de dos chicos rubios resaltan: van montados en una motocicleta pequeña pero que más de un estudiante envidia. Mientras la mayoría ata sus bicicletas en los lugares determinados para ello, uno de los chicos se quita el casco y se lo entrega al otro, que debe continuar unos cuantos metros más para estacionar el vehículo en el lugar apropiado e ingresar a su propio instituto, la Escuela Superior Tsukishima.

No son siquiera las nueve de la mañana, y el sol primaveral que comienza a picar en los brazos semidesnudos es suficiente aliciente para que los estudiantes permanezcan aún fuera recinto, poniéndose al día con amistades que no ven desde hace algunas semanas o incluso desde que finalizaron el ciclo escolar anterior.

Aquel chico que bajó de la motocicleta mira hacia el cielo salpicado de nubes grises con aire de melancolía. El principio de primavera le resulta tan deprimente como el frío invierno, aunque algunos cerezos comienzan ya a florecer y pintar de rosa las calles de algunos barrios.

Ese año no fue al festival de los árboles de cerezo, el espectáculo favorito de su mejor amiga.

Llega hasta la puerta de ingreso de la secundaria, pero no entra. Debe esperar a alguien antes de dar el primer paso.

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Esa mañana, Hikari despierta emocionada y muy temprano: es su primer día de secundaria, y no quiere llegar tarde. Si es necesario, hasta está dispuesta a salir sin su hermano mayor, aunque le pese.

Taichi y ella son muy unidos, pero resulta imposible negar que el chico es un despistado, un dormilón y un vago de primera. Afortunadamente, tras varios gritos, logra despertarlo a tiempo para que puedan salir juntos de la casa e ir caminando hasta el instituto después de un desayuno más ligero y modesto de lo que Taichi hubiera deseado.

—¿Nerviosa? —pregunta el mayor de los Yagami, llevando el portafolio colgado de un hombro. Caminan a una velocidad intermedia que no acaba por exasperar a la castaña.

Hikari, a su derecha, alza un poco la vista para sonreírle.

—No —responde contenta. Sus ojos brillan de emoción y felicidad. Adora a su hermano, y sobre todo la posibilidad de tenerlo a solo media cuadra de distancia, no como hasta el ciclo anterior que los separaban más de doscientos metros.

Finalmente, después de tanto caminar, llegan al predio del nuevo edifico al que asistirá Hikari por los siguientes dos años. Para poder ingresar desde donde vienen, deben pasar por las canchas de fútbol que decoran el patio de la Escuela Superior Tsukishima.

La eterna lucha entre la luz y la oscuridad I: El Mundo de las TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora