Capítulo 5: Paradero desconocido

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IMPORTANTE: Este capítulo fue editado el día 12/12/2021, por lo que algunos comentarios pueden no tener sentido con respecto a lo que se desarrolla actualmente.

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«Desaparecer no siempre es una liberación: al principio la oscuridad te sacude, después te captura, y te deja ir sólo bajo sus condiciones.» La hipótesis del mal: Donato Carrisi

Kari se da media vuelta en la cama, tratando de encontrar una posición más cómoda. Busca con una mano el D-3 para colocarlo debajo de la almohada, porque de pronto ha recordado que lo dejó sobre el colchón y no quiere que se caiga al piso. Aunque sabe que no volverá a cumplir ninguna función, no quiere que se estropee; es algo muy preciado para ella.

Pero no lo halla. Y de pronto se da cuenta que no tiene la almohada puesta bajo la cabeza, ni tampoco está cubierta por la sábana. Enseguida abre los ojos, sobresaltada: reconoce que no se encuentra en su cama, y mucho menos en su habitación. Aquel lugar negro no es ningún sitio que reconozca.

Su primer pensamiento es que está teniendo una pesadilla. Se abraza a sí misma, y descubre que tiene puesto el mismo pijama con el que se fue a dormir aquella misma noche. Entonces ¿dónde está?

Por más que espera a que sus ojos se acostumbren a la falta de luz, no puede vislumbrar nada. Está rodeada por un infinito espacio vacío, más negro incluso que una noche sin luna en la cima de una montaña alejada de la civilización.

Se asusta. Se siente sola y con frío, aunque no corre ni siquiera un poco de viento. No entiende qué está sucediendo.

«Hermano» murmura, rodeando sus rodillas con más fuerza, hecha un ovillo en algo que hace de piso pero que en realidad no es ninguna superficie. Es como si flotara y pudiera detener su leve ascenso cuando quisiera y sentarse o recostarse en el aire bajo sí.

«Hermano, ¿dónde estás?» En su retina aparece el rostro de Taichi, sonriente, que comienza a decirle algo... pero de aquellos labios en movimiento no se desprende ninguna voz. Ningún sonido llega a los oídos de Kari. Está sola, y ni los recuerdos de su hermano podrán hacerla sentir mejor. Tan rápido como ha llegado, la imagen del mayor de los Yagami, se esfuma, y ella no recuerda siquiera haberla visto pasar.

«¿Qué es este lugar?» Tratando de vencer el temor que le produce aquel sitio, Hikari se pone en pie y avanza hacia ninguna dirección en particular, intentando encontrar algo que la ayude a salir. No sabe cómo, pero sabe que si camina puede hallar la salida.

Y más tarde que temprano, de algún modo que no comprende, llega a la superficie de donde sea que estuvo hasta entonces, aunque en ningún momento saltó o se dirigió hacia arriba. Simplemente caminó derecho hasta que un suave reflejo lunar apareció frente a sí, tan lejano como las estrellas más cercanas a Plutón.

Pone un pie fuera, pero en vez de salir a la superficie, comienza a caer.

«¿Qué?»  Se pregunta asustada cuando su cuerpo termina en una enorme masa de agua, tan infinita como la nada en la que estaba anteriormente. «¿Qué es este lugar? ¿Me estaré volviendo loca?» Sin embargo, tiene la corazonada de haber estado allí antes, aunque no lo reconoce con seguridad; sabe que ha tenido con anterioridad aquella sensación de absoluta soledad; que alguien la ha estado observando y ahora ha reclamado su presencia en aquel terrible sitio.

Kari cierra los ojos y una lágrima resbala por su mejilla.

«Hermano, ayúdame» pide en silencio llevándose las manos al pecho. Pero Tai no puede oírla, ni tampoco puede ir a ayudarla. De pronto, nota que su cuerpo desprende un tenue brillo rosado.« Claro, soy la luz» recuerda, como si aquello debiera significar algo mucho más importante. « Y la luz siempre se hace camino entre la oscuridad» . ¿De verdad?

Continúa cayendo profunda, eternamente, al Mar Oscuro.

«Eso es» piensa. «Estoy en el Mar Oscuro.» ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Sin embargo, lejos de encontrarse más segura, el temor se hace presente en su corazón. No teme por lo que pueda ocurrirle a ella, los Divermon ya se lo habían anticipado años atrás: sería su esposa, aunque en aquellos momentos no pueda recordarlo, porque por protección su cerebro lo ha eliminado de sus memorias; teme por lo que esté pasando en el mundo real. ¿Qué ha sido de su cuerpo? ¿Estaría Tai preocupado? ¿La estaría buscando? ¿Y Takeru?

«T-K...» Ante sí, la figura de Takaishi se hace presente como si de un fantasma se tratase. «T-K, perdóname. Sé que prometí no depender tanto de mi hermano, ser más valiente, pero...» ¿Realmente había dicho cosa semejante? ¿Cuándo? ¿Por qué no era capaz de recordarlo? «Todo comienza a ser tan borroso...» Cierra los ojos con más fuerza para evitar continuar llorando.

—Bienvenida —dice una voz gutural desde lo más profundo del mar. Kari se voltea, pero como es lógico, no logra ver a nadie. Sin embargo, siente que alguien la toma del tobillo y jala un poco hacia abajo, apresurando su llegada.

—¿Bienvenida? —repite asustada, sacudiendo la pierna tratando de zafarse del agarre de quienquiera que la esté arrastrando.

—Sí, bienvenida. ¿Acaso te has olvidado de nosotros?

«Sí. No. No lo sé.»

—¿Quién eres?

—Pronto nos conocerás mejor, Elegida. Te hemos estado esperando por dos largos años.

 —¡No! —grita histérica, forcejeando. Estira los brazos e intenta nadar hacia la superficie, pero la fuerza que ejerce aquel ser es mayor a la suya, y poco a poco la aleja de su esperanza de poder huir —. ¡¡Taichi!! ¡¡Takeru!!

La eterna lucha entre la luz y la oscuridad I: El Mundo de las TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora