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IMPORTANTE: Este capítulo fue editado el día 12/12/2021, por lo que algunos comentarios pueden no tener sentido con respecto a lo que se desarrolla actualmente.
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«Y en la profunda oscuridad permanecí largo tiempo atónito, temeroso... soñando sueños que ningún mortal se haya atrevido a soñar jamás». Edgar Allan Poe
—El momento de reclamar a nuestra esposa ha llegado —sentencia una de las criaturas golpeando la pared de la cueva en la que suelen ocultarse.
—Estamos de acuerdo. Ha pasado ya mucho tiempo —lo apoya otro.
—Pensé que este día nunca llegaría —confiesa un tercero con voz esperanzadora. De haber podido, de haber tenido sentimientos, se hubiera largado a llorar de la emoción.
El que ha hablado primero mira al resto con sus vacíos ojos blancos, que son incapaces de reflejar nada más que el vacío de su interior. Asiente con lentitud y luego dirige su rostro hacia arriba, en dirección a la prácticamente inalcanzable superficie.
En el interior de la perla ven cómo el sol se anuncia en Odaiba, haciendo que la actividad diaria comience: la gente se despierta, los primeros negocios abren, algunos madrugadores comienzan a ocupar las calles de la isla artificial japonesa.
—Debo marcharme.
Nadie objeta nada. Los integrantes que quedan del grupo se ponen manos a la obra: deben acomodar la habitación para su invitada, dejar todo limpio y ordenado para no espantarla... más.
Así, el líder se marcha del refugio. Nada hacia la superficie con gran velocidad gracias a sus patas con membranas y su cuerpo largo, ideal para permanecer y desplazarse bajo el agua. Esquiva peligros y más pronto de lo que esperaba, llega y rompe aquella capa que lo separa del mundo exterior, de la vida... O lo que más se asemeja a ella en apariencia.
Y cuando por fin se expone, se encuentra con algo que no reconoce: un lugar con un cielo gris y negro, sin sol ni luna; una pequeña isla a la izquierda, con arena, cerca del mar, y con un risco arbolado detrás. Lo invade una sensación de dejá-vu: ¿así era la superficie cuando la abandonaron?
Se desliza hacia la playa y, como guiado por una fuerza que desconoce, se dirige a una cueva que se encuentra oculta por unos árboles de gran tamaño y frondosa copa negra.
El aspecto de todo el sitio es deprimente: es acromático, aburrido. Piensa que el fondo del mar es exactamente igual, pero que de alguna forma el exterior tiene su encanto. Después de todo, y de tanto tiempo, uno siempre se termina aburriendo de la cotidianeidad y cualquier cosa que vea, así sea mínimamente diferente a lo que está acostumbrado, le parece sorprendente. Incluso, durante un instante se pregunta mentalmente por qué decidieron internarse en la infinidad del Mar, teniendo ese paradisíaco sitio completamente disponible para ellos.
Finalmente, después de algunos minutos de minuciosa búsqueda, logra hallar la puerta que ha usado pocos años atrás para ir al Mundo Real. Afortunadamente permanece abierta, después de todo, son los sentimientos de desolación y tristeza de los humanos que los que la han creado y que la mantienen así.
La criatura observa con lo más similar al cariño que puede, la distorsión que le permitirá ir a buscar a su destinada. A pesar de no ser más que un débil resplandor en el piso, aquella especie de hueco representa todas las esperanzas de los Divermon.
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La eterna lucha entre la luz y la oscuridad I: El Mundo de las Tinieblas
Fanfiction«La luz cree que viaja más rápido que cualquier otra cosa, pero se equivoca; da lo mismo lo rápido que pueda viajar, porque al final, la luz descubre que la oscuridad ha llegado antes que ella y la está esperando.» Terry Pratchett «¿En dónde estoy...