«El infortunio pone a prueba a los amigos y descubre a los enemigos» Epicteto de Frigia
La noche continúa cayendo lenta y fresca sobre Odaiba.
—¿Cuánto llevan allí? —pregunta el mayor de los presentes, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
—Cuatro horas —informa Izzy, que solo dejó la silla para atender a sus necesidades fisiológicas, desesperado por intentar recuperar el contacto. Se frota una y otra vez los ojos resecos e irritados.
Ken se mantuvo prácticamente inexpresivo y en silencio, pensando en lo que estaría viviendo su novia en aquellos momentos. Es consciente de que Yolei es una chica fuerte, pero... el poder de la oscuridad a veces puede corromper hasta al alma más pura.
Sora, por su parte, simplemente se dedicó a mirarse los zapatos, e Izzy a frustrarse y golpear el escritorio o el teclado más que a ofrecerles una respuesta aceptable a sus amigos.
Matt se muerde la lengua, como tantas veces en el interminable transcurso del día. Hubiera jurado que habían pasado ya al menos veinticuatro horas, pero el reloj de la computadora indica otra cosa.
Afuera, el cielo invita a disfrutar de los últimos paseos con los primeros pimpollos de flores cerezo asomando en las ramas finas y largas que adornan los paseos de las calles principales.
«Si T-K no hubiese ido al Mundo de las Tinieblas...» ¿qué? Es consciente de que durante el último año no ha estado con su hermano tanto como hubiera deseado en otro tiempo. De pequeño se había reprochado muchas veces el no haber podido cuidar de T-K, y ahora que viven en la misma ciudad, ni siquiera lo ha invitado a un maldito ensayo de la maldita banda. Y todavía tiene el descaro de culpar a Izzy por lo de la puerta.
«No, el culpable es Tai.» Aunque sabe que tampoco, tiene la imperiosa necesidad de echarle la culpa al alguien que no fuera su hermano. No puede permitirse pensar que no los volverá a ver, porque a pesar de que le cueste admitirlo en voz alta, Tai sigue siendo su mejor amigo, y le asusta la posibilidad de no tenerlo consigo para ignorarlo a diario.
«De haber sabido que la puerta podía cerrarse...» Aprieta y afloja el puño de su mano derecha. No. Nunca podría prohibirle nada a Takeru, y menos si se trata de su mejor amiga, así como tampoco dormiría tranquilo sabiendo que el inconsciente y testarudo de Tai está solo en algún lugar desconocido buscando a su hermana. Pero él no hubiera ido. O sí. Quizás si Taichi hubiese sido el único en apuntarse, pero como no había sido el caso y él es un cobarde, le permitió a su esperanza marcharse.
Y ahora tiene miedo de perder el valor y la esperanza a la vez, aunque nunca fueron suyos por completo. ¿Realmente merecía el emblema de la amistad? Porque jamás se había sentido peor amigo y hermano que en ese mismo maldito momento.
De pronto, el timbre suena, una y otra y otra vez, insistente, molesto.
—Rayos, ¿quién puede ser? —se pregunta el anfitrión en voz alta, repentinamente desconectado de la pantalla por aquel sonido irritante que podría despertar hasta a un muerto.
—Yo me fijo —Sora se dirige al portero eléctrico. —¿Sí? ¿Quién es? —consulta por medio del aparato.
—Somos Davis y Cody. Más les vale que me abran rápido —exige a los gritos una voz que suena con rabia.
—Eh... sí, enseguida —. La chica presiona un botón y la puerta principal del edificio se libera con una chicharra. Tres minutos después, los dos adolescentes aporrean la puerta del departamento.
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La eterna lucha entre la luz y la oscuridad I: El Mundo de las Tinieblas
Fiksi Penggemar«La luz cree que viaja más rápido que cualquier otra cosa, pero se equivoca; da lo mismo lo rápido que pueda viajar, porque al final, la luz descubre que la oscuridad ha llegado antes que ella y la está esperando.» Terry Pratchett «¿En dónde estoy...