Epílogo

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«La luz es la mano izquierda de la oscuridad, y la oscuridad es la mano derecha de la luz; las dos son una, vida y muerte, juntas como amantes.» Úrsula K. Le Guin


Hola de nuevo. Sí, soy yo, esa voz sin rostro creada por ti.

Ah, ¿quieres saber quién soy? Bueno, me conoces; claro que me conoces. Me has visto, has leído sobre mí entre las páginas de esta historia y conociste a mis subordinados tiempo atrás; esos inútiles que no pudieron llevar si quiera a cabo una tarea tan simple como apropiarse de una humana.

Eso es. Arrastra las palabras. Siente mi furia. Imagíname cerrando los puños y frunciendo el entrecejo, porque eso es lo que estoy haciendo ahora mismo, mientras tus ojos viajan de un lado a otro de este escrito aumentando mi poder y expandiendo mis tierras.

¿Cómo? ¿Aun no entiendes quién soy?

¡Humano tonto! Soy el Dios de las Profundidades, el Sacerdote Pecador del Océano: Dagomon. Pero vamos, que no estoy aquí para hablar de , aunque podría hacerlo por horas y horas; no, estoy aquí para que sepas algunas cosas que han estado ocurriendo mientras los Elegidos daban una vuelta por mis dominios.

• • •

El sol en lo alto del cielo azul intenso, despejado. Las temperaturas ascendiendo y la suave brisa agitando los tulipanes, los claveles y las rosas dispuestos de manera que el degradé fuera intensificando el rojo en dirección al castillo.

Los arbustos podados en forma redondeada entremezclándose con la hierba y las flores blancas, rosas y rojo carmesí; algunas mariposas monarcas posándose sobre los pétalos para robar el dulce néctar.

Al borde del castillo, justo a la entrada un montón de bocas de dragón de intenso rojo terciopelo rodeando los escalones principales. Plumbagas blancas trepando por las paredes, acercándose a las puertas secundarias de madera.

Un guardia a cada lado de la puerta principal. El castillo de cristal con su dulce gobernante dentro, que canta una canción maternal para todas sus hijas.

La reina se asoma a una de las ventanas, extendiendo el brazo para que una mariposa azul se pose sobre su dedo índice y así pueda cantarle a ella también, casi de manera exclusiva, como si quisiera que las notas agudas llegasen a cada flor sobre la que se pose la mariposa.

Sin embargo, es la mariposa la que le cuenta a la dama una historia, amarga como la hiel.

La reina espantada corre a sus aposentos y mira por medio de una gran esfera de cristal, queriendo corroborar que lo que la mariposa le ha contado es, efectivamente, cierto. En su rostro se refleja la preocupación, y con un movimiento de manos conjura un hechizo protector para sus hijas y su reino. Todas las ventanas y puertas del castillo se cierran a cal y canto.

La reina es ahora su propia prisionera, y se marchitará como las flores. 


╰☆╮

Y así, llegamos al final de esta primera parte ♥ 

Las desventuras y las aventuras continúan en La eterna lucha entre la luz y la oscuridad II: El reino de las flores

Gracias a todas las personas que leyeron hasta aquí ♥ ♥


La eterna lucha entre la luz y la oscuridad I: El Mundo de las TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora