Capítulo 28: Amor

220 12 6
                                    

«Amarse a uno mismo es el comienzo de un romance de por vida.» Oscar Wilde


—¡Sora, llegó un paquete para ti! —grita la señora Takenouchi mientras su hija sale de su habitación, lista para desayunar.

—¿Un paquete? —murmura para sí, y se acerca de inmediato a su madre. Es una caja mediana, pero aun así debe sostenerla con las dos manos. Lee la etiqueta pegada en la parte superior.

REMITENTE: TACHIKAWA MIMI. NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.

DESTINATARIO: TAKENOUCHI SORA. ODAIBA, TOKIO, JAPÓN.

»Ah, gracias mamá —. Toma la caja con ambas manos y la deja sobre la mesa. Había olvidado que Mimi le había prometido una dotación de pantalones para que use debajo de las faldas.

—Volveré tarde en la noche. Adiós.

—Claro. Nos vemos —. Sora saluda a su madre con la mano y abre el regalo. Cuatro pantalones de lycra, dos cortos y dos a media pierna. Sora los estira y les da vueltas sin estar demasiado convencida de cómo le quedarán. Finalmente, los vuelve a guardar y los lleva a su habitación.

Aun es temprano, así que con tranquilidad va a la cocina a prepararse la primera comida del día y decide enviarle también un mensaje a Yamato. Prometió que iría a visitarla el día anterior, pero no ha tenido novedades de él.

«¿Pasarás a buscarme?

---

Enviado a YAMA el 07/04/2004 a las 7:13»

Deja el teléfono en la encimera mientras se prepara el té. Momentos después, este comienza a sonar, y la elegida del amor responde inmediatamente.

—Yama, te esperé ayer...

—¡¡Uh!! ¡Yama! —se burla una voz femenina del otro lado.

—¿Eh? ¿Mimi?

—¡Claro que soy yo, tonta! ¿No es muy temprano para que andes coqueteando con tu novio? ¡Ah, no me digas! Tuviste un sueño pervertido con él y querías contárselo.

—¿¡Qué!? Mimi no empieces.

La pelirosa ríe del otro lado del altavoz.

—Puedo ver cómo te sonrojas.

Sora verifica con el dorso de su mano que tiene el rostro ardiendo.

—N-no es cierto. No lo estoy.

Otro estallido de risas. Mientras tanto, Sora intenta recomponerse bebiendo un poco del té que acaba de servirse.

»¿Para qué llamas?

—Ah, es cierto... ¡¡No me enviaste fotos de cómo te quedan los pantalones!!

—Es que acaban de llegar.

—¿¡Apenas hoy!? —exclama, y la pelirroja se aleja el teléfono aun más del oído. Lo deja sobre la mesa y pone el altavoz para continuar con sus cosas. 

»¡Haré el reclamo a la empresa! Pagué extra para que te llegue en veinticuatro horas y ¿te llega hoy? O bueno, mañana... o ayer... o... ¡como sea!

—Imperdonable —responde automáticamente, sin prestarle el cien por ciento de su atención, agregándole un poco de sal al arroz de su cuenco y revolviéndolo.

—¡SORA! ¡Después dices que soy yo la que no te presta atención!

—Lo siento, es que me estoy preparando para ir a clases —pasa la comida con un largo sorbo de té y se apresura a lavar las cosas.

La eterna lucha entre la luz y la oscuridad I: El Mundo de las TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora