Capítulo 25: Los sentimientos abren puertas

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«Como un trébol de cuatro hojas en medio del desierto. No salvas, pero das esperanza.» Sara Búho


—Ese día dijiste que siempre podríamos regresar mientras lo deseáramos, y mientras hubiera alguien deseando que regresemos —. La voz rota de Yolei corta el aire como un trozo de cristal corta la piel de un dedo.

—¿Qué? —Takeru separa de Kari abruptamente y se inclina sobre sí mismo para poder ver a Yolei, que tiene las manos sobre la cabeza, cubriéndose parcialmente los oídos.

Quizás nadie note el repentino enrojecimiento en los rostros de él y Kari.

—¿Eso quiere decir que nadie nos está esperando?

Hikari adopta expresión de tristeza y se levanta para ir al lado de su amiga, dejando de lado a T-K por un momento. Sus sentimientos pueden esperar, pero Yolei no.

»Hikari, dime la verdad —exige la otra chica, molestándose de pronto. Entonces Taichi y Takeru se acercan a ellas, a la expectativa de las reacciones de ambas.

—No, Yolei. Tú tienes a Ken, y tienes a tu familia... —empieza, pero es interrumpida por unos gritos.

—¡¿ENTONCES POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ NO ESTÁ LA PUERTA?! ¡¿POR QUÉ NO PODEMOS SALIR?!

Los ojos ambarinos de Yagami se desvían hacia el suelo gris.

—No lo sé —admite, derrotada.

La primera vez que salió del Mundo de las Tinieblas, había sido gracias a Takeru.

«No» le dice una voz en su interior. «Fue gracias a ti. Tú generaste la distorsión que les permitió entrar. ¿Te das cuenta que podrían no haber salido nunca, los cuatro? Querías arrastrarlos a ellos también a la oscuridad, porque no querías estar sola. Sigues sin querer estar sola. Míralos. Todos atrapados en este mundo, siendo carcomidos por la niebla y los temores. ¿De verdad crees que podrán volver a salir? No seas tonta.»

Hikari mira a su alrededor, tratando de dar con el ser que le habla, pero allí no hay nadie más.

—¿Hikari? —La voz de Takeru es apenas audible; le da la impresión de que le está hablando a kilómetros, en cambio, el otro ser...

«Sabes que tengo razón. Mírate, asustada como... ¿cómo dicen ustedes, los humanos? Ah, sí: como un cachorro abandonado. Eso es. Son crías humanas abandonadas por sus pares. Y jamás podrán salir del Mundo de las Tinieblas.»

—¡Soy una tonta, nunca debí haber venido! —chilla Yolei al tiempo que alza su rostro al cielo que da la impresión de estar constantemente encapotado, pero donde no se distingue ninguna nube.

—Ya basta —intenta entrometerse Taichi, inútilmente. Se ha colocado al otro lado de Inoue y blande el puño en el aire, casi como amenazando estampárselo en el rostro si no deja de gritar y llorar.

«¡Ah! Adoro el sabor de la desesperación»

—¡¡NOOOOOO!! —El grito sale de la garganta de Kari de manera desgarradora, colando el frío hasta los huesos de sus amigos, que inmediatamente voltean a verla, silenciosos.

Cuando Kari cae de rodillas al piso, lo único que se oye es a ella repitiendo la negativa como una loca mientras se sujeta con fuerza la cabeza, como si de aquella forma pudiera evitar que la oscuridad le hable; que se cuele en su interior provocándole escalofríos y un miedo que hacía muchos años no sentía.

—¡¡Kari, Kari!! —Takeru la sacude un poco por los hombros. Está arrodillado frente a ella, sujetándola para evitar que caiga por completo al piso y por si aun este se abriera, él sería absorbido junto con ella.

La eterna lucha entre la luz y la oscuridad I: El Mundo de las TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora