Capítulo 11: La llamada

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«Echas de menos a alguien, ¿verdad? Lo llevas escrito en los ojos con unas letras enormes.» Volver a verte: Marc Levy


Izzy llega a su departamento de trabajo completamente destruido. Sin embargo, sabe que no es momento de detener la búsqueda y la reprogramación de la aplicación, aunque parece ser que la única forma de que el D-3 de Hikari reaccione es recibiendo alguna de esas extrañas llamadas. Entonces, decide que lo mejor es esperar despierto hasta que aquello ocurra, y mientras, seguir tocando la configuración del rastreador; está convencido de que puede hacer algo mejor que lo que logró en aquel breve lapso de tiempo frente a la compañía televisiva.

Enciende la enorme computadora de tres pantallas que descansa en el escritorio. Conecta el dispositivo rosa y blanco y los celulares de Taichi y Takeru a ella. Tras pocos segundos, puede navegar por el interior de los dos teléfonos desde la computadora, pero el digivice se encuentra bloqueado.

En los otros aparatos encuentra un código que le llama la atención, que no se condice con la actividad normal de los móviles. Hurgando un poco más en ellos, da con que el "error" se produjo cuando Takeru recibió la llamada aquella noche.

—Solo un poco más —. Trata de infundirse ánimos él mismo.

Desliza aquel conjunto de ceros y unos hacia la pestaña del localizador modificado, esperando tener el resultado que, si sus cálculos no han fallado, debería ser el correcto.

Sin embargo, un cartel rojo con una cruz y palabras en inglés le indican que la operación no es válida. Frustrado, se golpea la frente contra el escritorio. Sus ojos irritados y secos le resultan muy pesados, mas no debe dormirse. Está cerca de descubrir la ubicación de Hikari, está seguro.

• • •

El sol comienza a besar con sus rayos débiles las superficies de los tejados más bajos. Fuera de la habitación, los pájaros trinando profesan la llegada de un nuevo día. Dentro de ella, el pitido de la alarma intentando despertar a su dueño. El reloj de la pared, anunciando las 6:23.

El pasado, con sed de melancolía, obliga a que una mano perezosa detenga el presente, que avanza lento y doloroso como un atleta sin pies.

«¿Y si todo lo de ayer fue un mal sueño?» Ahora sabe por qué el primer pensamiento de todos los personajes de las películas, después de haber pasado por una mala experiencia, es ese. Y la respuesta siempre es la misma: sí, sucedió. Pero necesita corroborarlo, él no es el personaje de ningún cliché, y para hacerlo se da vuelta en la cama y observa el celular que está en la mesa de noche. Definitivamente no es el mismo aparato azul oscuro que tiene desde hace meses; este es más moderno aunque de aspecto más sobrio: su contorno es gris; la pantalla, táctil; botones más grandes; y el aparato en general le resulta más incómodo.

«Definitivamente fue verdad». Aquello acaba por desplomarlo. En su interior cabía la mínima posibilidad de que todo hubiese sido producto de su imaginación.

—¡¿Takeru?! —lo llama una voz femenina desde fuera de su cuarto, lejana. —Hijo, llegarás tarde al instituto. Yo debo irme al trabajo. ¡Adiós! —exclama justo antes de que la puerta principal se cierre de un portazo.

Ya son las 6:43.

No es normal que la señorita Takaishi se quede hasta que T-K se levante. Siempre desayuna sola y se va al trabajo, dejándole la comida a su hijo sobre la mesa. ¿O será que siempre espera a que esté listo, y él nunca se había percatado hasta ahora? Quién sabe. Las madres son seres extraños y extraordinarios, y tratar de comprenderlas es equivalente a querer apagar el sol solo apretándolo entre dos dedos a cientos de miles de kilómetros de distancia, en la seguridad de la Tierra.

La eterna lucha entre la luz y la oscuridad I: El Mundo de las TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora