Capítulo 33.

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Matthew Thompson

Regresé del hospital, había tenido una pequeña conversación Ramé. No podía dejar que ningún cabo suelta y a decir verdad ella era de mucha ayuda.

Antes de regresar a mi departamento había hecho una pequeña parada, Taylor aún seguía en mi departamento y llevarle algo de desayunar no era mala idea.

Al llegar, puse la llaves de mi auto sobre el mesón de la cocina y me dirigí a mi habitación.

—Buenos días...— dije en voz baja dándole un pequeño golpe a la puerta, Taylor le dio una vuelta a la cama y cubrió su rostro con el plumón. 

¿Habrá olvidado que sigue aquí?

Me acerqué a ella y ligeramente le destapé el rostro.

—Basta...— murmuró con los ojos cerrados —Quiero dormir un poco más, mamá— dijo dándole otra vuelta a la cama.

—¿Mamá?— pregunté asombrado —Bebiste demasiado anoche ¿eh? ¡Ya perdiste la cabeza!— aseguré. Ella levantó el rostro con los ojos entreabiertos y miró detenidamente a su alrededor hasta fijarse en mí bastante confundida, abrió los ojos como si fueran platos y rápidamente se cubrió el rostro con el plumón.

—¡Matt! ¿Pero qué demonios?— preguntó confundida —Esta no es mi habitación ¿qué, qué estoy haciendo aquí?— replicó.

—¿Hablas enserio?—pregunté.

—¡Claro que sí!—  aseguró —¿Por qué..., espera... eso significa que acabas de ver recién levantada— murmuró —¡Por Dios! Debo ser un completo desastre ahora mismo ¿por qué me pasa esto a mí?— preguntó.

—Me llamaste para que pasara por tí, me dijiste lo decepcionada que estabas de los demás, bebimos toda la noche y... estuvimos juntos— dije —No estabas tan ebria, Taylor ¿enserio lo olvidaste?— pregunté intentando quitarle el plumón del rostro.

—...— no dijo ni una sola palabra.

—¡No lo puedo creer!— dije molesto —Eres... de las que se excusa en el alcohol ¡wow!— repliqué alejándome de su lado.

—¿Eso crees?— preguntó dejándome ver su rostro.

—Pues ahora que lo pienso... sí, teniendo tantos amigos me llamaste a mí ¿por qué? ¿por qué no fuiste tras el chico del que están tan enamorada? ¿eh?— pregunté molesto, ella se mantuvo bajo el plumón y guardó silencio.

—Yo, no... lo sé— dijo entre cortado.

—Déjame responder por tí...— me paré frente a ella y le quité el plumón del rostro de un solo movimiento —Sabes que él es igual que los demás, sabes que te hará daño o dime algo... ¿conoces a su amigos, a su familia o al menos sabes algo de él que no sea por su trabajo?— ella desvió la mirada hacía el suelo —Claro que no sabes nada de él... ¿y aún así te sigues haciendo la idea de que podrán estar juntos?— insinué.

—Tú... no sabes nada, tampoco lo entenderías porque nadie aceptaría verme con él...— aseguró.

—¿Y...?— dije frunciendo el ceño —¿Se conforman con... tan poco?— pregunté y ella negó con la cabeza —Taylor...— dije sentandome a su lado —Cuando realmente estás enamorado de alguien, harías hasta lo imposible para estar con ella... como lo hago yo— murmuré mirándola a los ojos.

—¿Qué...?— preguntó confundida.

—Busco cualquier excusa para pasar tiempo contigo, conduje millas para que pudieras ver a tu padre y se que no salió muy bien pero pasé un momento excelente disfrutando de tu compañía, intento protegerte. Haría lo que hiciera falta para hacerte feliz pero tú no lo ves, tal vez fue un error traerte hasta aquí— dije decepcionado —Te traje algo para desayunar tomalo si quieres...— me levanté y salí de mi habitación, tomé las llaves que había dejado sobre el mesón y salí del departamento.

Subí al auto y me dirigí a la casa de mis padres. Después de un largo viaje me estacioné en el frente y bajé del auto, no quise llamar a la puerta por suerte conservaba las llaves y entré sin avisar. Mi madre estaba en la sala junto con dos de sus amigas más cercanas viendo un álbum de fotografías, seguramente eligiendo las fotografías que estaría en su aniversario de bodas.

—Estoy segura, elijo esa...— dijo mi madre a una de sus amigas, miró por encima de su hombro con mucha tranquilidad hasta que me vió. Paresia que se le hacía difícil creer lo que estaba viendo frente a ella.

—Matt...— murmuró, su rostro se puso pálido y sus labios se tornaron secos. Se levantó de inmediato y se acercó a mí —Matthew ¿qué estás haciendo aquí?— estaba sorprendida.

—Mamá... ¿esa es la manera correcta de saludar a tu hijo?— pregunté, ella reaccionó y me dió un abrazo.

—¿Qué haces aquí?— preguntó nuevamente.

—Pasaba a saludar, aunque... veo que estás un poco ocupada así que iré a buscar a papá, saluda a las señoras de mi parte— le sonreí a mi madre y besé su frente.

—Por favor Matt...— dijo mi madre tomándome por el brazo cuando intentaba dirigirse al estudio de mi padre —Compórtate, no quiero que termine como la última vez...— susurró, le devolví una sonrisa y me dirigí al estudio.

Sin tocar previamente entré en el estudio de mi padre, estaba sentado tras su escritorio firmando documentos con su anteojos puestos. Se trataba de algo importante.

Interesante

Frente a él se encontraba una joven de cabello rubio con una falda corta y tacones altos apoyada sobre el escritorio viéndolo escribir, interrumpí con un sonido de mi garganta bastante confuso carraspeando para aclarar mi voz. Ambos miraron al frente notando mi presencia, la joven rubia se tornó nerviosa y mi padre apretó la quijada.

—¿Interrumpo...?— pregunté descaradamente con una sonrisa burlona. Mi padre me mantuvo la mirada fija pero no por mucho tiempo.

—Señorita Rose, puede retirarse. Continuaremos en otro momento...— dijo en voz baja, la joven acomodó su cabello y retiró los documentos del escritorio poniéndolos en el vade, seguido se retiró.

Mi padre se quitó los lentes que llevaba puestos y suspiró hondo para mantener la calma.

—¿Qué diablos haces aquí?— preguntó malhumorado.

—¡Wow!— dije asombrado y seguido tomé asiento —Al parecer algunas cosas nunca cambian ¿eh? Aún sigues trayendo a tus amantes a casa...— dije cínicamente —Definitivamente mi madre es una santa, permite que hagas todo eso pero... si el abuelo se enterara seguro que te mataría, papá— dije animado.

—¿Cómo entraste? No escuché que llamaras a la puerta— dijo, saqué las llaves de mi pantalón y las puse sobre el escritorio.

—No quiero que te ofusques, las voy a regresar... Solo vine porque necesito un pequeño favor— dije despreocupado.

—¡No!— dijo molesto.

—Papá... no tomes ese comportamiento hacia mí, deberías respetarme un poco más— dije tratando se aquietar su mal humor —Trabajo para ti y sé mucho más de lo que te imaginas, además si te niegas tendré que poner a mamá al tanto de lo que haces todos los jueves en la noche después del trabajo mientras ella va a pilates— aseguré.

—Me amenazas en mi propia casa— dijo —Pero tiene mucho que perder...— aseguró.

—No tanto como tú, papá— tomé su pluma que estaba cerca y un pedazo de papel —No quieres que seamos enemigos cuando podemos ser buenos aliados, así que...— escribí los nombres en el papel —Necesito que encuentres dos lugares más para estos dos en el evento de mañana, es importante que estén ahí...— me levanté del asiento y salí del estudio. 



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