Capítulo 23.

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Matthew Koch

Salí de mi departamento muy temprano pues debía resolver algunos asuntos antes de salir de la ciudad por algunos mientras estaba con Taylor.

Mientras conducía a la cafetería de North West avenue recibí una llamada de mi padre.

—Papá...—

—Matthew, vine hasta tu departamento para hablar un poco más de... —

—Lo sé, sé que te quieres que todo salga bien y creeme que lo tengo muy claro pero tuve que salir un poco antes para resolver algunos pendientes—

—Está bien, solo asegurate de pasar antes que ella. Martínez y Altamira ya saben lo que deben hacer—

—¿Por qué tienes la mala costumbre de cambiar los planes a último momento? Sabes que esa no es la manera en la que trabajamos, papá—

—¿Estás juzgando mi decisión?—

—No, es solo que...—

—¿Debo recordarte la última vez que permití que tomarás decisiones tú solo? ¡Estuviste a punto de echarlo todo a perder!—

—...—

—¡Ocúpate de seguir mis instrucciones al pie de la letra por una maldita vez!—

Mi cuerpo se tensó y de inmediato mi mano se cerró formando un puño y golpeó la bocina del auto.

—¡Maldición!— escupí molesto, sabía como ponerme de mal humor pero esto era lo último que haría por él para compensar... lo que hice. Nunca más me dirá qué hacer.

Me estacioné frente a la cafetería y bajé del auto, desde que trabajaba con mi padre había aprendido que jamás debes reunirte con tus asuntos en un lugar en donde pueda reconocerte alguien de tu circulo común, así que viajé hasta el otro lado de la ciudad para evitar errores. 

Entré en la cafetería y la ví desde la puerta de cristal de la entrada. Al parecer seguía teniendo la mala costumbre de sentarse a espaldas de la puerta.

—Me alegra que te hayas decidido a venir...— susurré a su oído mientras ponía mi mano en su hombro.

—Cuando llamas a media noche y me amenazas con hacerle daño a mi padre no son muchas las opciones que tengo...— dijo mirando de reojo.

—Me alegra que pienses así pero te equivocas en algo...— dije tomando asiento frente a ella —Solo fue un incentivo para que vinieras pero no creas que bromeaba al respecto ¿eh?— dije —Que bien te ha asentado el alejarte de mi...— dije mirándola de pies a cabeza.

—No vinimos hablar de eso o ¿sí?— dijo quitándose los anteojos.

—Muy astuta...— murmuré con una sonrisa y ella hizo una cara de molestia, saqué mi teléfono y le enseñé una fotografía —Necesito que lo mantengas distraído, ocupado por un par de semanas y te liberarás de mi— aclaré. Tomó mi teléfono y al mirar a detalle se tornó tensa y me lo regresó.

—No...— respondió —Ya no hago esa clase de cosas...— dijo poniéndose los lentes oscuros nuevamente —No puedo ayudarte con eso...

—Toma el teléfono de nuevo— le ordené, ella temerosa lo hizo —Mira la siguiente fotografía y dime si que no es la misma chica que conocí en la universidad...— dije mirándola fijamente, miró la fotografía y se tornó nerviosa.

—Yo...— de inmediato la interrumpí.

—No tienes que disculparte...— murmuré mientras me acercaba a ella, puse mi mano sobre la suya y toqué la cicatriz de su brazo que cubría su abrigo —Sé que no quieres hacerme molestar... como lo hiciste la última vez— dije cabizbajo con una sonrisa y ella de inmediato cubrió su cicatriz con su abrigo —Pensé que esta vez serías más lista aunque...— guardé silencio por un momento y la miré fijamente, me levanté de la mesa y me acerqué a ella —Creo que tu padre sufriría aún más si se enterara de lo que haces— susurré y besé su mejilla.

Caminé hasta el mesero más cercano y le dí un billete de 20 dólares.

—Esto es por la bebida de la señorita— dije con un sonrisa y salí del lugar. Subí a mi auto y me dirigí a la casa de Taylor, después de cruzar todo la ciudad para llegar a la casa de Taylor unas cuadras antes ví el auto de su madre cruzar frente al mío con rapidez.

Así que mamá no está en casa...

Una sonrisa se escapó de mi rostro y es que me emocionaba saber la razón por la cual Taylor evitaba tener contacto conmigo, aunque el hacerse de rogar le sentaba muy bien. Me estacioné frente a su puerta y bajé del auto, llamé a la puerta y un chico de tez blanca, cabello rizado y corto, barbado y de una altura muy parecida a la mía abrió la puerta. El guardaespaldas de Taylor si no estaba mal y si lo describiera de manera básica, él y yo teníamos cosas muy similares.

—Hola...— dije sonriendo sutilmente —Estoy aquí por Taylor ¿puedo pasar?— pregunté y él asintió.

—Está en su habitación pero bajará en un momento— dijo y se hizo a un lado, pasó junto conmigo a la sala, tomó unas maletas e hizo un quejido de dolor.

—¿Estás bien?— pregunté acercándome a él, este puso las maletas de vuelta en el suelo y negó con la cabeza —Déjame ayudarte...— tomé las maleta en ambas manos y enseguida escuché los pasos de Taylor bajando por la escalera, me giré para verle y esta se quedó impactada al vernos juntos.

Mientras la puerta principal estaba abierta escuché la bocina de un auto y el guardaespaldas de Taylor me hizo una señal indicando que debía llevar las maletas afuera, las dejé junto a la puerta y regresé a la casa para sacar las maletas de Taylor, las saqué y las llevé a mi auto.

Taylor salió de la casa y se paró junto a mi auto, su guardaespaldas se paró frente al auto que estaba detrás del mío. Taylor no despegaba la mirada de ese y como podría hacerlo si todo estaba saliendo de acuerdo al plan. 

Había reconocido el sonido de la bocina de su auto apenas la escuché, de reojo vi nuevamente su auto color vino tinto pero apenas la ví salir del auto con el mismo abrigo que llevó a la cafetería de North West sabía que todo saldría mejor de lo acordado.

Caminé hasta acercarme a Taylor y de inmediato la vi junto a él, una sonrisa sútil se me escapó pero la borré de inmediato.

—¿Vamos?— pregunté a Taylor mientras le abría la puerta del auto, ella desvió la mirada al suelo y entró en el.

•Mi Guardaespaldas•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora