Capítulo 3.

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Desde que mi madre había agregado un guardaespaldas a mi vida, mi itinerario se había reducido al máximo. Mis días constaban de levantarme temprano, ir al instituto, tomar todas mis clases e inmediatamente regresar a casa con Noah.
Así que pasaba mi tiempo libre leyendo libros y revisando mi teléfono tendida en mi cama todo el día.

Había transcurrido ya una semana desde que Noah trabajaba para nosotros, mi madre le permitía quedarse en una de las dos habitaciones de invitados que habían en casa. Así que tenía que ver a Noah todos los días a toda hora.

Hacia ya dos días que mi madre había salido de viaje, algo muy común en su trabajo así que dejó a Noah a cargo. Los fines de semana solía ver películas mientras disfrutaba de palomitas de maíz y como toda una costumbre lo hice, bajé a la cocina por algo de beber y unas palomitas hasta que escuché mi teléfono sonar. Subí rápidamente las escaleras hasta mi cuarto y con las respiración agitada contesté.

-¿Hola?- la interferencia del otro lado de la línea hacia que la voz de Thomas fuera insignificante.

-¿Thomas? No puedo escucharte bien...- dije casi gritando.

-¿En dónde has estado?- Thomas y yo solíamos hacer planes todos los días, pero últimamente nos limitábamos a tener cortas conversaciones en el instituto.

-Estoy en casa...- dije mientras cerraba la puerta de mi habitación.

-Deberías salir un rato para distraerte. Habrá una fiesta cerca de tu casa, deberías venir...- el ruido cada vez era mucho más fuerte.

-¿Una fiesta?- al escuchar esto, de inmediato se me fueron las ganas de ver a Thomas. Que puedo decir, las fiestas no son lo mío.

-Si, anímate...- no sabía cómo negarme, necesitaba pensar una excusa rápidamente -Es de un chico que quiero que conozcas, por favor- Thomas comenzaba a suplicar y siempre terminaba cediendo, me conocía tan bien que ya tenía sus tácticas -¡Me la debes! Hace mucho no sales conmigo, además es amigo de Aarón. No habrán muchos extraños, lo prometo- ¿Aarón? ¿Pero que tenía Thomas en la cabeza? Como se atrevía a nombrar al innombrable después de todo lo ocurrido.

-Sabes... Tal vez voy a estar un tanto ocupada, en el instituto hay demasiado que hacer y...- no pude si quiera terminar de hablar cuando Thomas molesto me interrumpió.

-No te atrevas a usar esa excusa vil conmigo, merezco algo mejor Taylor. Pasaré por ti en 10 minutos ¿ok?- Thomas me conocía tan bien que era única persona con la que no funcionaba mi sabotaje manipulador.

-Hmmm mmm- rodé los ojos he hice una mueca, una vez más que no funcionaba.

Terminamos de hablar y me sentía molesta, no quería ir a ese lugar pero era muy tarde para arrepentirme. Tomé algo de ropa, me maquillé y exactamente 10 minutos después Thomas llamó a la puerta.

Salí de mi habitación corriendo, baje las escaleras y corrí a la puerta pero Noah ya estaba ahí, se sorprendió al verme tan apurada y arreglada mientras atendía la puerta.

Thomas estaba del otro lado y cuando vio a Noah en una funda blanca pegada al cuerpo y un pantalón negro casi se desmaya.

-No te molestes Noah, yo atenderé- dije fingiendo una sonrisa nerviosa. Noah camino hasta la puerta y miró discretamente por la mirilla, dirigió su mirada a mi y frunció el ceño.

-Tu madre fue muy específica, nada de chicos en casa- se alejó y se dirigió a su habitación.

-Lo sé, no se quedará mucho. Lo prometo- caminé hasta la puerta para abrirle a Thomas pero Noah caminó hacia mi y me impidió abrir la puerta.

-Habló enserio...- cruzó sus brazos por encima de su pecho y me dio una mirada desafiante.

Entonces ¿quieres jugar?

-Esta bien...- dije mirándolo fijamente y le di una pequeña sonrisa a boca cerrada. Subí a mi habitación y tomé mi teléfono junto con una sudadera. Thomas continuaba llamando a la puerta pero nadie le abría, cerré la puerta de mi habitación y bajé las escaleras rápidamente sin hacer ruido, me percaté de que Noah no estuviera cerca y salí de la casa azotando la puerta principal.

Thomas estaba sentado sobre los escalones que habían en la entrada, se llevó un gran susto por el ruido de la puerta.

-¿Qué tienes, por qué me miras así?- dije sonriendo, él se levantó y me miró haciendo una mueca -Debemos ir ahora...

Caminamos a su auto y nos dirigimos a la fiesta. La sonrisa que llevaba en el rostro era porque no para de imaginar que estaría haciendo Noah en ese momento.

-¿Y... no me piensas decir quien ese chico?- me moleste y la sonrisa se borro de inmediato -No querrás saber...- dije optando in postura sería.

-Está bien...-dijo Thomas -¿Pero si me dirás por qué has estado tan extraña? No contestas mi llamadas, en el instituto si mucho me saludas y ya no haces más planes conmigo- se escuchaba preocupado, tenía que decirle lo que estaba sucediendo. Él era la única persona con la que podía hablar de absolutamente todo.

-Es... mi padre- los ojos marrones de Thomas se encontraron con los míos llenándose de lágrima.

-¿Le ocurrió algo? ¿Está bien?- preguntó Thomas preocupado. Thomas era de las pocas personas que sabía lo complicada que era la relación entre mis padre y por consecuente conmigo.

Habían pasado años desde la última vez que mi padre y yo nos habíamos visto. Mi padre se mantenía alejado de nosotros, su otra familia y su trabajo eran mucho más importantes para él y eso me partía el corazón.

-Está en la cárcel, lo están acusando de haber robado un dinero pero él no es así. Él es un buen hombre- traté de mantenerme calmada, hablar de mi padre siempre me ponía muy sentimental.

Thomas detuvo su auto y rozó mis manos con la suya.

-Todo estará bien Tay...- se acercó a mi y me dio un pequeño abrazo.

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