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CAPÍTULO 23 | Costumbre

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CAPÍTULO 23 | Costumbre.

30 de Septiembre, 2018.

Emma.

En el segundo intento para que él pudiera contestarme el celular sonaba y sonaba y estaba a punto de cortar, ya que en la primera llamada Cristian ni siquiera había contestado. Al soltar un suspiro, el teléfono para y luego la voz que me alivia se escucha.

—¿Emma?

—Ajá, yo. —contesto casi sin ganas.

—¿Pasó algo? —pregunta y siento ruidos de la otra línea—. ¿Me llamabas por algo? ¿O solo porque me extrañabas?

Al escuchar eso último viro mis ojos.

—Imbécil, te llamaba porque supuestamente somos novios y hace rato no hacemos nada juntos y no quiero a Germán molestando todo el viaje por si salen especulaciones por no haber hecho nada con vos antes de partir.

—Epa, esa boquita ¿Imbécil? —pregunta y suelta una risa—. ¿Y la confianza para llamarme así?

—La confianza ya se ganó cuando hace dos días me hiciste entrar a tu departamento con la chica que te acostas y cuando le contaste sobre nuestro contrato confidencial, capo. —aclaro soltando todo lo que me seguía molestando.

—Ah, si, tenés razón. —dice como si nada.

—Y creo que no te molestaría eso, pero al que si seguramente es a tu representante ¿No? ¿Me equivoco? —continuo.

—Emma, no. Basta, no jodas con eso porque me va a romper los huevos toda la semana, no le digas. —pide rápidamente y con la voz firme—. ¿Que querés? ¿Querés ir de compras y que te tenga las bolsas? Vamos. ¿Querés ir a tomar licuado? Vamos. Decime.

Reprimo mi sonrisa y mis ganas de reír, Cristian sonaba desesperado pero para su sorpresa tal vez, yo no quería nada de eso.

—Solo quiero compañía para hacer una maratón de alguna serie nueva está siesta. —comento bajito, porque me daba vergüenza.

Lo cierto era que estaba enojada con él, pero también extrañaba pelearlo, se había vuelto como mi costumbre estar juntos porque sí. Su compañía me hacía bien, sabía que era sincera, sacando lo del contrato y a veces me hacía bien estar con una compañía varón y descansar de mis amigas.

—¿En serio? —se sorprende, aclara su garganta—. Ya estoy saliendo a tu departamento, entonces. ¿Me quedo con vos ahí la siesta? No entreno, pero supongo que mañana que si...

No me lo está contando, sino está pensando en alto, creo.

Media hora pasa rápido y Cristian ya está tocando mi puerta, me fijo la hora y ya eran las dos en punto.

Lo primero que veo es una sonrisa muy grande, que me da miedo, él podía estar pensando en quién sabe qué.

—Hola, de nuevo. —hablo y el pasa para frenarse y darme un beso frío en el cachete.

Angel | Cristian Pavón [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora