Oigo como Pietro carraspea detrás de mi y giro mi cabeza hacia él.
-¿y ahora que? - hablo con la boca llena de comida.
-¿puedo dedicarte una declaración?
Mastico todo el desayuno mirando a un Pietro de rodillas delante mía.
-venga, adelante con la cursilería.
Me limpio la boca con una servilleta y me cruzo de piernas descansando mis manos en mis rodillas esperando el espectáculo que está por venir.
-bien, ¿lista? - asiento con la cabeza y el carraspea en un intento de sonar mejor- allá voy.
Como buena persona distraída hago honor a los descuidos que siempre tengo no escuchando la primera parte del discurso cursi de Pietro. Solamente pienso en lo adorable que se ve nervioso, con su rodilla anclada en el suelo y como en un intento de peinar su pelo se haya enredado todo y seguramente si intentara peinarlo el peine se rompería. Me rio y eso parece sentarle bien porque el también lo hace, aunque no se porque.
-me haces saber quien soy, me enamora la forma en la que me hablas, la forma en la que te acurrucas contra mi. Y puedo decir que esto, lo que ha ido creciendo entre nosotros, no lo he visto venir.
Dios, que cursi. No recuerdo que tuviera una parte cursi, normalmente me dice cosas bonitas en momentos calientes o alguna de vez en cuando, pero no de rodillas.
-Me da igual que seamos diferentes, que pensemos muy distinto, que no seamos compatibles, lo importante es que estamos los dos en esto, juntos.
Me distraigo otra vez con su camisa mal planchada, tiene marcas por todas partes, como si hubiera estado metida en el fondo del armario durante meses y otra vez su pelo que empieza a enderezarse y a ponerse ondulado y rebelde. Este es el Pietro que conozco y quiero, el Pietro que estoy aconstumbrada a ver.
-Nací para vivir y morir a tu lado, estar a tu lado eternamente, escuchar tu voz es todo lo que deseo y por eso te quiero preguntar- saca un añillo con un diamante en el medio, no sin antes dejarlo caer por los nervios - ¿Camila, quieres casarte conmigo?
Para que mentir, conozco a Pietro como la palma de mi mano, ya sabía hace una semana que me iba a proponer matrimonio, pero verlo con mis propios ojos me emociona y hace que me ponga roja de la emoción levantandome de un salto y lanzandome a sus brazos para besarle en toda la cara.
-¿y?
-pues obvio que me caso contigo.
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