-Y que necesito entrenar para la carrera de la semana que viene, y tu deberías de darme espacio dejar de ser insufrible durante un buen rato.
Me bajo del caballo y lo cojo de las riendas, llevándolo al establo con Pietro pegado a mi espalda y quejándose de la atención que le doy al caballo y no a el.
-Pietro.
-¿Si?
-Cállate.
Pietro se queda plantado en su sitio hasta que dejo a Dionisio en su sitio.
Al salir y llegar hasta Pietro este sin previo aviso me coge del cuello, ahorcándome. Intento librarme de su agarre, acerca su cara a la mía y me planta un beso en los labios. Empieza a meterme la lengua en la boca y puedo sentir como su saliva se junta con la mía.
Suelta mi cuello y separa su boca de la mía, se acerca tanto que su perfume me inunda, conociéndole se habrá duchando en perfume.
Justo cuando recupero mi respiración a un ritmo normal me coge en brazos y no puedo evitar rodearlo con mis piernas. Estampa mi espalda contra la columna de madera de la entrada al establo.
Nuestros alientos se entre mezclan y su boa se posiciona delante de la mía sin llegar a rozarse y sus manos empiezan a moverse de un lado a otro en mis muslos. Me toca entera y llega un momento en el que no se como pero tengo la camiseta quitada de un segundo a otro, bueno, mas bien la ha roto y la ha tirado al suelo.
Empieza a darme besos por le cuello y va bajando hasta llegar a mi pecho. Mis pulsaciones suben y su lengua deja rastros de saliva por donde pasa. Le agarro del pelo enredando mis dedos entre sus mechones grises y lo atraigo hacia mi.
-Delante de Dionisio no.
Lo paro antes de que me quite el sujetador.
-Cállate.
Repite mis palabras y con una sola mano desabrocha mi sujetador y sin esperar ni un segundo su boca llega a mi pezón.
Le agarro más fuerte todavía y mis caderas se mueven hacía el. El placer me inunda y hace quede mi boca salgan suspiros y gemidos.
Miro a nuestro alrededor vigilando por si viene alguien, estamos muy a vista.
-Pietro, a la habitación.
Al ver que no me hace caso por estar entretenido con mis pechos y levanto la cabeza agarrándole del pelo.
-Ahora.
Y sale disparado a velocidad de la luz hacia la casa de campo, dejando caer marcos y a saber cuantas cosas más a su paso que tendré que recoger más tarde.
Mi tira sobre la cama y posiciona sus piernas entre las mías, se empieza a quitar la camiseta y le ayudo desabrochando sus pantalones.
Y como si el mundo se riese se nosotros, suena el timbre.
Los dos nos miramos estáticos.
-Wanda- decimos a la vez.
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Otra vez como siempre espero que disfrutéis este capítulo. 🫶
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