Sam Wilson

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-¿Qué te ha pasado?

-un idiota vestido de hormiga, eso es lo que ha pasado.

-¿pregunto?

-mejor no.

Asiento con la cabeza y balanceo mis brazos. Sigo mirando como se quita su traje y lo deja tirado en suelo echo pedazos.

Tarareo una canción y empiezo a caminar dando una vuelta por la habitación.

-¿necesitas algo?

-puff, necesito muchas cosas- mi río, me doy cuenta de que no se ríe si no que levanta una ceja - bueno pues, iré a buscar lo que necesito.

Sigo caminado hacia la puerta balanceando mis brazos.

Maldigo mentalmente por mi fracasado intento de ligar.

-no ha sido posible ¿eh?- me cruzo con Steve de camino al ascensor.

-tu amigo es un tonto.

-lo se, por eso es mi amigo.

Nos reímos los dos y me siento un poco mejor tras mi fracaso.
Suspiro y me apoyo en la paredes del ascensor.

-mañana a las siete en el parque, y está vez no te escapes.

-¿qué?, vamos Steve, no me puedes hacer esto.

-como tu entrenador si puedo.

Bufo y maldigo por lo bajo.

-te he oído.

-esa era la intención.

Sale del ascensor dejándome sola y maldiciendo por tener que correr a las siete de la mañana.

-¿qué te has puesto? - se burla de mi vestimenta, que en mi defensa diré que necesitaba animarme, correr no es lo mio.

-ropa deportiva.

Doy una vuelta en el sitio con lo abrazos abiertos.

-¿estás segura de eso?, me temo que te han timado.

Me muerdo la lengua.

-venga vamos, está a punto de llegar.

-¿que está a punto de llegar?

-no es el que, es el quien.

-oh, vale, supongo que no me dirás más.

-supones bien.

Media hora, media hora corriendo. Mis pulmones ardían y ya no soportaba más. Arrastraba mis pies contra él suelo y mi ropa deportiva nueva estaba goteando sudor. Y el magnífico Steve, seguía corriendo como si nada, como si correr fuese tan fácil.

-Steve, ya no puedo más.

No me respondió si no que siguió corriendo y tiempo después me dijo:

-justo a tiempo.

Antes de preguntar me fijé hacia donde miraba y un Sam Wilson corriendo venía a nuestro encuentro.

-mierda.

No me di cuenta del enorme charco que había delante y me caí enteramente en el charco. Un hermoso barro cubría mi hermosa ropa nueva, que está  a rebosar de agua sucia.

Me levanté con la cabeza en alto y caminé hasta sentarme en el césped apoyando la espalda en un árbol.

-no preguntes.

-no me cuentes- Sam caminó hasta mi y se sentó a mi lado- ¿quieres que te la deje?

Señaló su sudadera y yo negué con la cabeza.

-está llena de sudor- hice una mueca de asco con la cara.

-y la tuya de barro y germenes, incluso puede que de bichos.

Me le quedé mirando indignada.

-trae.

Me puse su sudadera y dejé la mía tirada en el césped.

Nos quedamos en silencio y me puse a limpiar mi pelo, que por mala suerte, estaba igual que el resto de mi ropa.
Cuando saqué una especie de palo de entre mis mechones, vi que Sam me miraba con un gesto raro en la cara y me di cuenta de lo que realmente estaba haciendo era muy asqueroso.

Me sonrojé y bajé el brazo mientras tiraba el palo muy lejos.

-¿te apetecería salir hoy, por la noche?

Me giré tan rápido que hasta yo misma me sorprendí.

-¿es en sério?, osea, si quero, pero después de lo que me has visto hacer...

-he visto cosas peores.

-claro- entorno los ojos- ¿a las 8?

Asiente con la cabeza y sonríe.

-acabo de decir que he visto cosas peores ¿no?

-si, eso has dicho.

Me quito una hoja del pantalón.

-pues ese bicho en tu sudadera es una de esas cosas.

Grito y me levanto pisoteando con todas mis fuerzas mi sudadera.

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°one-shots marvel°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora