9 (Ella es Real)

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Kail

Mateo se va y nos deja solos. Euri me mira a mí y luego a Harry, creando una secuencia, pero lo que me parece extraño, es que no pregunte, no hable, no nada. Sólo nos está mirando.

—Me... mejor me voy —comenta, asintiendo para sí misma. Me ofrezco a llevarla, pero ella niega y me dice que se ha venido en su moto. Luego, se gira a Harry y lo llama con un ademán de cabeza.

Mi mejor amigo me lanza una mirada entornada cuando no lo está viendo; justo en el momento en el que Euri se gira y comienza a caminar hacia un lugar más apartado y lejos de mis oídos, como si la información no fuera a llegar a mí pasado el rato.

Mientras ellos hablan, observo los ademanes nerviosos de Euri; en muchas ocasiones parece querer llevar sus manos hacia sus vaqueros para limpiarse el sudor en las palmas, pero se detiene y no prosigue. Quizás sea el hecho de que la sangre mancha la prenda, no lo sé, con Euri nunca se sabe.

Noto como Harry sacude la cabeza, mirando por el pasillo que le señala la castaña. Sus ojos se entornan a medida de que Euri habla, sacudiendo sus manos en el proceso y tomando respiraciones hondas.

Me relajo contra la pared, agudizando el oído para llegar a escuchar algo que salga de su boca, pero muy por el contrario, su voz es tan baja que no la puedo escuchar.

Cuando regresan, la castaña se está abrazando por los codos antes de posar sus ojos en mí, se muerde el labio a medida que suelta un suspiro, para luego rascar su nuca y mira a Harry con detenimiento, él le da un asentimiento como respuesta, de manera que entorno mis ojos mientras los miro.

—Kail... —su voz es dudosa, incluso la misma se refleja en sus ojos—, quisiera hablar contigo también.

—Vale, hazlo.

Pero en contra de lo pedido, ella suelta un suspiro y alza la mirada a la cámara que filma cada cosa que hacemos; durando cierto tiempo con los ojos puestos en ese objeto.

—Harry me hará el favor de guardar mi moto —Alzo una ceja—, y sí puedes, me echas el aventón a casa y... hablamos.

Hablar... bueno, sí, tenemos muchas cosas que hablar.

—Vale —sacudo mi cabeza hacia la salida, como ademán para que me siga. Sus pasos son torpes a medida que avanzamos y, al llegar al auto, no puedo evitar sonreír mientras se sube al asiento de copiloto, luego de que yo le haya puesto una bolsa encima del lugar. Sus ojos ruedan, pero no dice nada cuando yo hago lo mismo y enciendo el auto. La calefacción invade el pequeño espacio, y noto como Euri lleva sus manos hacia el aire caliente.

—Sé que... —suspira—, debemos hablar de muchas cosas. —No respondo, eso parece incomodarla y por alguna razón, que ella sea así me llena un poco más de lo esperado. Una faceta nerviosa de Euri Evans es digna de admirar—. Te debo una disculpa.

—Más a mi hermana que a mí —musito, virando justo a tiempo para salir de la calle llena de tierra. Me giro a mirarla de reojo—, ¿Desde cuándo sabías eso?

Duda en contestar, pero al final lo hace soltando un suspiro—; lo descubrí el último día que estuve en tu casa —Sus ojos están puestos en la ventana mientras la miro—, cuando estabas enfermo.

Cuando descubriste la foto.

Asiento, apretando con leve fuerza el manubrio mientras giro a la derecha.

Harry tiene razón; aunque me lo niegue, ya es más que obvio.

Estoy enamorado de Euri. Pero sé que al final, la estaré perdiendo. Si es que algún día la llego a tener de verdad.

The House of Sex: Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora