10(Siempre va y viene)

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Euri

Mis ojos están en Kail mientras suspira y juguetea con sus dedos entrelazados. Su mirada está perdida frente a nosotros y, a pesar de sentirme incomoda por compartir el puesto, no me quejo ni me remuevo con incomodidad. Él sólo está esquivando mi mirada, y aunque no es muy obvio es bastante claro.

Pero aquí estamos, en silencio y mirando hacia la nada.

— ¿Entonces...? —Me atrevo a hablar, sin soltar mi mirada de su perfil—. ¿Kail?

—Espera.

¿Por qué?, ¿por qué me vas a mentir y estás preparándolas?

El pensamiento cruza por mi mente, pero no lo digo y en cambio me muerdo el labio. Lo escucho soltar un leve suspiro, para luego colocarse de pie y caminar unos metros hacia adelante, con aire taciturno.

—Conozco a Mateo de hace un tiempo —Comienza a hablar, con la voz bastante baja para distinguir lo que dice con claridad—, formé parte de su grupo...

Kail no continúa, de manera que lo incito—: ¿Qué grupo?

—The House tiene divisiones —musita, metiendo sus manos en los bolsillos de sus vaqueros—, algo como en una escuela: populares, los no deseados, los chicos malos —suelta una risita—. Mateo era el líder de nuestro grupo, lo fue hasta que... simplemente sucedió.

— ¿Qué sucedió?

—Perdió nuestro respeto —hace una pausa—, cuando Bruce lo destituyó.

Bruce.

—Su pelea viene de antes, ¿no es cierto? —no responde—. ¿Por esa razón... no te...? —a decir verdad, no sé cómo debería formular la pregunta, no sé qué decir o hacer sin exponerme a meter la pata.

Y aunque se piense que es fácil y no se necesitan años de práctica, parece que con Kail sí; mínimo unos dos.

— ¿Hablarás?

Creo que mejor no.

— ¿Crees qué mejor no? —Repito, sin creérmelo ni un pelo. Hago una mueca, caminando hasta él y arropándome mejor con la toalla que me prestó—. ¿En serio estás diciendo eso?

—Es que es difícil, Euri.

— ¿Qué tan difícil debe ser? —Le chillo, frunciendo el ceño—. Kail...

No estoy listo —hace una pausa silenciosa, volteando a mirarme—. Perdón, Euri. Pero no estoy listo ahora.

Me mantengo en silencio, frunciendo el ceño y centrando mi vista en su espalda cuando se gira de nuevo. Mi mirada se pierde en el pasto bajo mis pies, antes de sacudir la cabeza y caminar para colocarme a su lado, sin mirarle.

—Dices no estar listo —sonrío—, ¿Entonces cuándo lo estarás?

—Euri.

¿O hasta cuándo me seguirás mintiendo? —lo miro al hablar, sintiendo como mi boca se va secando en el proceso. Sonrío con pena—, no estás listo, yo tampoco estoy lista. ¿Pero sabes algo, Kail? Aún sin estar lista, me mantengo alerta —suelto un bufido, rodando los ojos—, de todo lo que me rodea. De todos los que me mienten. Me mantengo alerta.

Lo escucho suspirar, y de reojo puedo ver como se tensa.

—Si creíste que nunca me iba a enterar —musito, antes de guardar silencio—, te equivocaste.

— ¿Y qué según tú, es eso que debes saber?

Tomo un mechón de mi cabello, suspirando.

Vamos, debes caer en mi trampa.

The House of Sex: Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora