28(Ven con nosotros)

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Euri

Mis ojos no dejan de mirar a Harry, que permanecía con el semblante pasivo, tranquilo, inmutable, mientras que yo intentaba digerir la noticia.

¿Mateo? Pero si él...

Mi cabeza se sacude rápidamente.

— ¿Cómo puedes comprobarlo? —Pregunto directa, notando como rueda sus ojos en exasperación.

—Podemos preguntarle directamente, ¿te parece bien? —Se mofa, inclinándose hacia al frente para acariciar la cabeza de Chico—. Euri, sé que te parece bastante frustrante todo e increíble, pero...

—Pruébalo —Lo interrumpo, de manera que enmudece y me mira con ojos entrecerrados—, comprueba que lo que dices es cierto.

Su ceja se alza—, ¿Cómo? Pretendes que te lleve delante de Mateo y le diga, «Eh, Mateo, ¿Sería mucha molestia que matases a Euri para comprobar que...?»

—Entiendo, entiendo.

—Mira, Euri, puedo comprobarlo...

— ¿Cuándo? —Nuevamente no mido mis palabras, pero estoy ansiosa por saber. No puedo ir de buenas a primera y creer en todo lo que dice Harry, no después de saber que casi todo lo que sale de su boca está rozando o cayendo de lleno en una mentira.

—El próximo fin de semana —se encoge de hombros—, ahí vemos.

Suelto un suspiro, asintiendo levemente con la cabeza. Mis ojos se desvían en busca de distracción cuando el silencio se precipita sobre nosotros, y por supuesto, es muy incómodo.

Vuelvo mi atención a Chico, el canino sólo está ahí, echado sobre la alfombra, y no puedo evitar pensar en Cris. Ella... ¿Quién fue ella en realidad?

— ¿Me contarás? —lo escucho suspirar, pero aun así se mantiene en silencio. Me giro hacia él, con los ánimos encarnados para enfrentarlo—, Dime la verdad, Harry. Dime porqué mientes.

—Ya te lo dije.

—No exactamente —Le interrumpí, mi ceño bien fruncido—. Eso es lo que pasa contigo, Harry. Vienes, con «Buenas intenciones» —en el momento que entrecomillé, su cara se volvió un digno poema—, pero no dices nada. Te limitaste a darme un arma y a decir «Elige matar», como si estuviéramos hablando de un videojuego. Es la vida real, y pretendes que mate a alguien con esa arma.

Pero, en vez de responder a mi profundo comentario, rodó los ojos.

— ¿La llevas encima?

Sacudí mi cabeza.

—Responde.

—Bien, esto es lo que diré: te di esa arma para que te defendieras, porque sabía la clase de personaje con el que te ibas a enfrentar, pero no lo hice para que empezaras a matar a diestra y siniestra y le dieras fuerza a la maldita voz de tu cabeza —Voy a protestar, pero me da una dura mirada que me hace callar—, sé que tu mente te lo exige, pero te di esa arma, para que la controlaras y no permitieras que te domine. Y sí, te dije «Elige matar», en ese momento, pero ¿sabes por qué? Porque conozco de que va la promesa al entrar en el Nido. Porque tus intenciones deben sustentarse en eso: acabar con todo aquello.

— ¿Cómo descubriste lo de mi mente?

Él sonríe—, porque también tengo una, y me lo dijo.

Me quedo de piedra, mirándolo con fijeza, pero a él no parece importarle, simplemente se echa hacia atrás con un suspiro débil.

—Eso es, Euri. Si Madre decidió acogerme es porque era consciente de mi problema. No nos adoptó por cosas al azar, nos adoptó por los exámenes psicológicos al que nos vimos sometidos. Mateo es peligroso, mucho, no mide cuando mata, es un psicópata de primera... —me miró fijamente—, Jessica tiene trastornos de personalidad al igual que Bruce, Jared es algo como yo, pero más pasivo, Nicole es manipuladora y obsesiva...

The House of Sex: Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora