15(Mayor temor)

875 112 19
                                    

Euri

— ¡Uno, dos! ¡Tres! ¡Cuatro! ¡Cinco, seis! ¡Siete, ocho! —Canto, agitando los pompones frente a mí con osadía. Mi respiración es agitada, pero escucho como mis compañeros de porritas repiten lo que digo e imitan mis movimientos— ¡De nuevo!

Así nos las pasamos, moviendo las caderas, piernas y brazos; haciendo acrobacias cada que podemos, y deteniéndonos a escuchar los consejos que nos da nuestra entrenadora cada vez que fallamos o cuando nos falta chispa en algunas cosas.

Tal parece, las actividades recreativas ya están por terminar, y aunque se ha alargado más de lo normal, es a causa de algunos imprevistos; como el clima inesperado de Defforms, por ejemplo. Es por esa razón que yo, principalmente, me he puesto en cintura con lo que respecta a mi lugar como capitana de porrista. Abandoné sin mi intención mis entrenamientos constantes, pero estoy de vuelta para saber lucirme en lo que se me da mejor.

Aunque solemos animar únicamente al equipo de Liam y de Fred, durante nuestras actividades recreativas somos el centro de entretenimiento, razón por la que nuestra participación en todos los eventos, en apoyo al instituto, se ven puestos en escena en cada uno de los deportes.

El último, es en apoyo al equipo de natación.

— ¡Bien, ha sido suficiente por hoy! —La entrenadora aplaude, luego de haber hecho sonar el silbato para detenernos. Con la respiración agitada, le sonrío a mis compañeros más afines—. Ha sido excelente, estoy muy orgullosa de ustedes. —Vuelve a aplaudir, asintiendo con orgullo—, mañana será nuestro último momento importante, ¡El más importante! Así que debemos darlo todo.

—Es raro apoyar al equipo de Natación —se burla Katia, rodando los ojos mientras se encoge de hombros—, pero no me quejo. Después de todo, es nuestro último año y hay que dejar nuestra mejor huella.

—Esa es la actitud.

Una vez que nos despiden, me encamino hacia el banco que hay cerca de las gradas y bebo una buena cantidad de agua para aliviar la sed. Cuando esa necesidad ya se encuentra satisfecha, salgo del lugar con dirección a la salida principal, para tomar mi moto e irme en ella a casa.

El día que hablé con Harry, no sólo me hizo llegar mi medio de transporte, también me hizo llegar un arma que oculto en el suelo de mi habitación, debajo de una tabla que pude despegar. Es mi compartimiento secreto, en donde escondo aquello que no deben ver.

Como mi nueva amiguita.

Abro mi casillero cuando paso por allí, y dejo mi libro de historia dentro para la clase de mañana. Cierro la pequeña puerta, y tomo mi camino de nuevo hacia la salida, sin embargo, me detengo en seco por el ruido de una mesa chillando contra el suelo. Observo a mis espaldas, no hay nadie, y el único salón que queda cerca es el química.

Me humedezco los labios, negada a encaminarme en esa dirección para encontrar otro cadáver; persona a punto de morir o lo que sea y continúo avanzando como si nada. Sin embargo, vuelvo a detenerme sintiendo un nudo en el estómago. Miro hacia la puerta del aula cuando es abierta y me muerdo el labio al ver a Kail salir en compañía de una chica, que se está arreglando su camisa.

¿Eso que escuché antes, fueron gemidos de un orgasmo?

Quizás sí, tiene pinta de que gozaron hacer experimentos.

— ¿Euri? —Kail mira a su lado, a la chica que lo acompaña, pero ella sólo guiña un ojo y se marcha con la ruta plasmada hacia la salida. Los ojos grises me observan de pies a cabeza por unos segundos, antes de que se le tense la mandíbula y desvíe la mirada.

The House of Sex: Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora