33(Ático)

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Euri

Miro la casa que se encuentra frente a mí con una despectiva mueca en los labios. Harry, a mi lado, se fuma un cigarrillo al tiempo que observa como la puerta es abierta y de ella, muy lentamente, sale Rosalinda. Sus pasos se arrastran hasta llegar a nosotros, nos mira a ambos y, sin palabras, nos pide que vayamos adentro. Nos encaminamos en silencio, y por alguna razón, no me siento extraña al saber que los primos no se prestaron la más mínima atención. Al menos la típica que suele verse entre familia.

Al cruzar la puerta y seguir por la sala, no pude evitar reír con mofa, recordando lo que había sucedido la tarde anterior. Ironías de la vida, sinceramente, pero debía admitir que muy en el fondo, me haría las de rogar.

Detuve mis pasos, todos lo hicimos. Kimberley se alzó sobre sus pies y me miró en silencio, sin saludos. No pude evitar sonreír de forma ladeada, sintiéndome superior a la mosca muerta que tenía frente a mí. Di un paso hacia ella, deteniéndome a tan solo llegar. Nos miramos a los ojos, ella con los suyos serios, yo con los míos llenos de sorna y malicia.

—Así que necesitan mi ayuda —Digo, y aunque la miro a ella únicamente, la cosa va en general. Me giro hacia Rosalinda, que aguardaba en silencio junto a su primo—. Y... ¿para qué?

Ambas chicas se miraron, pero fue la española la que se dignó a hablar mientras soltaba un ligero y suave suspiro de entre sus labios rosa.

—Descubrimos algo —alcanzó una hoja que se encontraba en la mesa para dármela. Miré con atención lo que se asemejaba a un mapa—, es el mapa de The House, específicamente el ático.

Frunzo el ceño, alzando una ceja seguidamente en cuestionamiento.

— ¿Y qué sucede con ello?

—Es el lugar donde guardan sus cochinadas —Me hizo saber Harry, dejando a un lado el cigarrillo para mirar el mapa—. Nunca he estado ahí, pero sé muy bien que es una trampa mortal de mierda.

Lo miro en silencio, él prosigue, rodando sus ojos.

—Pocos salen de ahí, Euri. Pocos, por no decir ninguno, logran escapar del Ático de The House.

— ¿Qué hay ahí?

Guardián —burló—, el lobo de Madre.

Un incómodo silencio se posó entre nosotros. Con el ceño fruncido, alcé el mapa a la altura de mi rostro y miré con inquisición a las dos chicas.

— ¿De dónde sacaron esto? —Cuestiono, sacudiendo con fuerza la hoja de papel—. Porque para ser algo bastante secreto, debe tener algún sentido; una buena explicación.

—La tiene —Asintieron, al mismo tiempo—. Nos la hizo llegar Nicole ésta mañana.

— ¿Nicole? —La pregunta escapó de mis labios con incredulidad. ¿Estaba bien?

—Sí. Pero fue algo rápido y pude notar lo asustada que estaba —secundó Rosalinda, con una mueca de pesar en sus labios—. Al parecer tenía miedo de algo, pero se expuso a esto.

Mi atención se posó en Harry, que se dejaba caer como si nada en el mullido sillón. Entorné mi mirada hacia él, antes de avanzar y detenerme para mirarlo a los ojos. Alzó la suya, incluso noté cierto atisbo de burla que me hizo dudar de él. Cierto, tenía cierta confianza en él, pero también tenía una corazonada echada sobre sí, que me indicaba, que confiar a ojos cerrados en Harry, no parecía buena idea.

Pero, ajá, ¿entonces qué podía hacer yo?

— ¿Qué sabes de esto? —Gruñí, al tiempo de alzar y sacudir el mapa frente a su cara.

The House of Sex: Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora