14(Elección)

880 118 21
                                    

Euri

Dejo mi equipaje sobre mi cama, mirando las paredes de mi habitación. Todo sigue igual a como lo dejé, lo que me gusta bastante y me mantiene en calma. Comienzo a sacar mis pocas pertenencias de la maleta, aún teniendo la compañía de mi madre a mis espaldas, que no deja de mirarme. El silencio entre ambas es bastante tenso y posiblemente fácil de cortar, el aura que nos rodea al estar alrededor de la otra es incomodo, pero es entendible debido a las circunstancias.

Y aunque parezcamos relajadas, por mi parte estoy a nada de reventar como un globo.

—No quiero que pienses que soy mala —su voz hace eco, deteniendo mis movimientos mientras estoy doblando mi ropa. La miro de reojo; sobre mi hombro, sin soltar palabra alguna. Con sus brazos cruzados se acerca hasta mí, antes de dejarse caer en mi cama con la mirada pérdida—. No quiero que pienses eso de mí.

—Entiendo porqué lo hiciste —musito, tomando una camisa para doblarla— después de todo dudas de mí.

Sacude su cabeza—, no lo llamaría duda, Euri.

— ¿Entonces cómo? —Suelto una risa irónica—, porque no le hallo otro nombre, mamá.

La escucho suspirar, apretando sus manos sobre su regazo.

Tengo miedo de perderte —mi comisura se alza en una leve sonrisa por su comentario—, pero no porque te mueras.

Lo soltó por fin. Significa que ella también lo sabe. O lo sospecha.

—Tengo todo bajo control —le digo, dejando la prenda de ropa sobre otra más para formar una columna—. Todo está bien... —en mí.

Niega—, nada está bien. —Responde—, ¿Crees que no me he dado cuenta, Euri? Has cambiado, ya no eres la tú... eres... como ella.

— ¿Te refieres a mí yo de antes? —Digo, sin dejar de sonreír—, porque ella aún sigue en mí. Aún soy yo.

—Tengo miedo de perderte —repite, tomando mis manos entre las suyas—. No quiero que regreses a ser ésa Euri. Me gusta la que...

¿Construiste? —Respondo—, ¿La que formaste luego de la muerte de la hermana de Liam; ésa Euri, la asustadiza Euri?

—Lo hice para protegerte.

— ¡Pues no lo hiciste! —Le gruño—, no lo hiciste bien. No lo hiciste para nada bien. Aquí estoy yo —me señalo, de pies a cabeza—, ésta soy yo. Así que acéptame, después de todo no podría matarte a ti.

Amanda solloza, negando con los ojos húmedos.

— ¿En qué te convertiste?

—Siempre he sido ésta, sólo que oculta bajo tu sombra —suelto mis manos de su agarre, con una sonrisa que no me llega a los ojos—. ¿Creíste que metiéndome una vez más en ése lugar, ibas a reprimirme? No puedes cambiarme, no puedes, ni nunca podrás.

Creo que no estuviste el tiempo suficiente...

La interrumpo—: no regresaré de nuevo a ese lugar, ni con una camisa de fuerza en mi cuerpo volveré a ése sitio. ¿Y sabes por qué? —Me alejo un paso de ella, sacudiendo mi cabeza—, porque me hiciste reaccionar. Lo que tengo no es malo, nunca he matado a nadie cómo te hacen pensar, aunque tú creas que sí.

—Amenazaste a la madre de Kail, Euri. Eso no estuvo bien.

—Sí... tengo una larga lista de cosas que no están bien —Doy una sonrisa sarcástica—. Pero..., no creo que sean suficientes para excusarte.

The House of Sex: Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora