23(Confesiones)

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Euri

Rosalinda se acomoda, cruzando sus piernas frente a mí justo al tiempo de que sopla el flequillo que se le atraviesa en el rostro para apartarlo. Mis manos sudan, cuando ella busca la manera de comenzar y, cuando lo hace, mi mente ya está en proceso de no digerir ni el resultado de un dos más dos.

—Esto es lo que sé —Dice, mirando a ambos lados, temerosa a ser escuchada—, El Nido, es dirigido por El Búho; no es bueno ni malo, sólo es la persona que juzga a su favor. Ha habido varios Búhos, por lo que tengo entendido, pero quién nos ayudó a Ester y a mí, fue Aarón —Abro mis ojos de par en par—, se le reconoce por el tatuaje de un búho, que es hecho por su compañera, ¿Aún Lucy es la compañera?

—No... No sé —Tartamudeo—, sólo sé que ella le hizo un tatuaje.

—Su tatuaje, sí, la compañera es la única que puede escoger al Búho. Pero dime, ¿no se te ha acercado a hablarte... con otras intenciones?

Recuerdo... recuerdo... recuerdo. Y al final asiento con la cabeza.

—Algo así.

—Entonces sí es —Vuelve a asentir, confiada de lo que dice—. Pues bien, ellos dirigen el Nido.

—Y, ¿Qué hay con ello? —Pregunto, ella suspira y, dándose la espalda, se alza la camisa. Mis ojos observan con detenimiento la figura ovalada y dorada, antes de que ella se vuelva en mi dirección.

—Entrar al Nido, es tener un tatuaje como ése... en alguna parte de tu cuerpo.

— ¿Cris fue miembro?

—Nunca se atrevió.

— ¿Qué había con eso? —Ella suelta un suspiro, frustrada, antes de tallar su rostro—. ¿Por qué te complicas tanto hablando del dichoso Nido?

—Porque lo es, Euri. Por eso —musita, incomoda—, el Nido era genial, tenías respeto, eras conocido, podías hacer cosas que los demás no. Te sentías como un rey, pero nada es gratis... al menos no, cuando llegabas a la Elite. —Hace una pausa—, nunca formé parte de ello, —Niega—, no me gustaba el método, pero Ester sí... porque quería saber más...

— ¿Más?

—Más —Asiente de nuevo—, la Élite te daba información que muchos deseaban: desde archivos en la policía hasta placeres, lo que quisieras, siempre y cuando, distribuyeras Droga.

Mi mente empieza a pitar, los recuerdos de un Harry entregándole un paquete a mi mejor amigo —porque aunque esté molesto, sigo considerándole de esa manera—, y no puedo creerlo.

¿Harry forma parte del Nido, de la Élite?

— ¿Droga? —Susurro, sin creerlo—, ¿Me estás diciendo que Ester distribuía Droga?

—Así fue como conoció a Molly. —Me hace saber, bufando—, la conoció en prisión. Molly no es más que otra joven, quizás mayor que tú por unos años —sacude su cabeza—. Pero ése no es el asunto, sé que Ester consiguió información confidencial, ¡Incluso peligrosa! Pero nunca me la hizo saber para protegerme a mí y a Cris... pero cuando las cosas se salieron de control, cuando lo que íbamos sabiendo amenazaba nuestras vidas, buscamos ayuda. —Ella traga hondo, como si lo que me confesara le costara un montón— en Molly, encontramos ayuda en Molly.

¿Quién era Molly en realidad?

—La mano derecha de Madre —escuchar lo mismo, las mismas palabras que me dijo Nicole me espelucan la piel—, pero a su vez, la traicionera. Molly era una infiltrada de la policía en la casa. Y una integrante de la casa.

The House of Sex: Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora