¿Delirios?

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-Deben de buscar al doctor-solicitó Fancy la noche después de que James se desvaneciera. Danielle y Frederick estaban sentados como una pareja de adolescentes ojeando juguetonamente un libro. Ambos la miraron sorprendidos debido a la abrupta irrupción en la oficina por parte de ella y la mujer se bajó delicadamente de las piernas de su marido para mirarla preocupada.

-¿Qué sucede, Fancy? ¿James ha empeorado?-Danielle la tomó de las manos con ternura, como si sintiera la ansiedad que ella estaba experimentando en aquellos momentos.

-En realidad...no ha mejorado, la fiebre es persistente y ya no sé qué métodos utilizar-dijo con voz entrecortada. El hombre parecía ser muy sensible a la fiebre y deliraba constantemente a pesar de no ser una temperatura muy alta. Se pasó toda la tarde con ella a su lado, dado a que no permitía que nadie más se acercara justificando de que la iban a sacar de allí. Le hablaba incoherencias y la llamaba como si ella fuera su pareja romántica, haciendo de que se le erizaran los vellos del cuello cada vez que se paraba para abrazarla como un oso atacando a un pequeño cervatillo. Ya ni siquiera podía moverse de su silla unos segundos, ya que él se paraba a medio vestir y la buscaba.

Recordó completamente mortificada cómo tuvo que amenazarlo para que se quedara quieto en la cama y guardara reposo como correspodía.

El hombre se había parado por quinceava vez cuando ella fue hasta la habitación contigua en búsqueda de un libro para leerle con la ilusión de que se durmiera de una vez. En cuando se volteó para volver encontró su imponente figura con el torso descubierto que permitía ver su majestuosa musculatura, la cual con cada respiración que hacía se contraía con fuerza dado el esfuerzo físico que debía de hacer para que el hombro no le molestara. Tenía los ojos vidriosos y somnolientos, ligeramente entrecerrados haciendo parecer su iris un pequeño paraíso verde intenso. El cabello rubio oscuro estaba completamente despeinado y jadeaba por la dificultad de estar parado sin caerse rendido. A pesar de que era obvio el hecho de que no se sentía bien fuera de la cama, hacía un esfuerzo sobrehumano para buscarla.

Fancy se preguntó para sus adentros la razón de semejante desesperación por su presencia, pero apenas pudo obtener una respuesta coherente con lo poco que sabía de él.

-¡Señor!-exclamó aterrada cuando lo vio detrás de ella en la habitación en penumbras-James, te dije que me esperaras guardando reposo, sólo vine a buscar un libro para que no te aburrieras-le indicó tomando el primer ejemplar que tuvo a su alcance e hizo una barrera protectora colocando entre su cuerpo y el suyo el escrito.

-No me aburres-le susurró gravemente y ella dio un paso para atrás-Quédate conmigo, Fancy-aquella era un súplica demasiado urgente como para ignorarla, así que Fancy diligentemente intentó volverlo a su cama.

-Está bien, vuelve a tu habitación por favor-con la mano libre tocó ligeramente su pecho y lo empujó. Éste apenas se movió, completamente absorto en el contacto de ella. Al notar que no iba a moverse, decidió suspirando exasperación que debía de tomar medidas drásticas, por lo tanto se tragó toda su vergüenza y le volvió a hablar más dulcemente-James, por favor...vamos a la cama-James la miró asombrado y como de costumbre accedió de buena gana a sus pedidos.

Fancy parecía que iba a explotar mientras recordaba todo aquello y su prima la miraba, pero se tragó todo y le dijo calmada-Me parece algo anormal que dure tanto tiempo la fiebre...me tomé el atrevimiento de controlar la herida y está desprendiendo mucho calor-Danielle la miró estupefacta por lo que había dicho, dado que una mujer respetable nunca debía de encargarse de esos menesteres, pero pronto cambió su expresión en cuanto logró comprender la seriedad del asunto. Frederick ya se encontraba buscando a un criado para que fuese en búsqueda del médico de la familia, sin dudar ni un segundo en su criterio.

Felicidad de una margaritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora