Los nervios parecían fluir alrededor de la casa de los duques de Western con tanta facilidad como el agua, de tal manera que todos los presentes estaban tan tensos como varillas de madera.
En total, había seis personas esperando en el luminoso salón principal a que los invitados llegaran. El claro piso parecía reflejar la luz de la araña de techo perfectamente limpia y los miembros del servicio escoltaban cada una de las entradas con sus atuendos a juego, sosteniendo bandejas con refrescos listos para ser repartidos entre la multitud.
Fancy aventuró sus ojos hacia los presentes, admirando en silencio cómo todos estaban armoniosamente vestidos.
Danielle junto con Frederick llevaban un conjunto a juego de colores azules, los cuales sólo servían para destacar aún más su magnetismo natural. La mujer llevaba una delicada pechera en tonos turquesa con perlas y bordados en plata, una densa falda con tul y seda iridiscente que brillaba según a cómo le diera la luz y el brillante y misterioso cabello rizado en una corona de rizos que saltaban sueltos. Su marido no se quedaba atrás, representando la elegancia y la sobriedad digna de un monarca, pero con el toque de irreverencia y cierta aversión hacia las normas que le había contagiado su mujer, ya que su chaqueta era de un azul marino, rompiendo con el estándar de llevar el clásico e impoluto negro de etiqueta. Fancy pudo notar que al igual que Danielle, él tenía unas mancuernillas imitando el bordado de perlas de ella y le resultó un gesto de lo más tierno.
En cuanto a ella misma, debía de admitir que se veía mejor que en muchos años y no podía negar que a pesar de las insistencias de su prima, la misma había tenido razón al comprarle ese atrevido vestido color uva. Este consistía en un profundo escote (sin llegar a ser demasiado) cubierto por nada más que una brillante tela transparente que le daba un toque mágico a su piel, las mangas tenían flores hechas de tela y la falda también estaba adornada con las mismas al final. Danielle se esforzó demasiado en armar su recogido, atando cintas lila con pequeñas trenzas, hasta llegar a su coronilla donde caían todos los rizos castaños que estuvo horas antes preparando con una paciencia digna de un cirujano.
Sus hermanas tampoco se quedaron atrás, cada una vistiendo un exquisito atuendo personificado, haciendo que Garnet luciese un tono rojizo digno de admiración y que Laurie pareciera más madura con un delicado conjunto en verde agua. A Fancy le llamó la atención cómo Nicholas Hanson aguantó la respiración al ver a su hermana bajar por las escaleras y tuvo que aguantarse una risita al notar que ambos habían comenzado a echarse miraditas disimuladamente entre los presentes para poder rescatar con los ojos las imágenes que les otorgaba el uno al otro vestido de elegante etiqueta.
-¿Por qué James aún no ha bajado?-preguntó impaciente Frederick a su mujer, quien le respondió con un silencioso movimiento de hombros y negando con la cabeza.
Fancy al instante se preocupó por él, pero debió mantener una posición serena para que los demás no sospecharan de ella. La duda no pudo permanecer más de un minuto en el ambiente, ya que un lacayo anunció la llegada de los primeros invitados y todos tomaron sus puestos para ir a recibirlos.
Mientras tanto, en el primer piso, James se paseaba de un lado a otro intentando acomodar su corbata sin ayuda de Adrien, debido a que este estaba ocupado en la organización de la fiesta. Permaneció sentado en su cama durante un largo tiempo con la cabeza entre las manos intentando tomar aire y relajarse, recordando todas las palabras de aliento que su cuñada le había dicho.
Este sería el día en el que se confesaría a Fancy. Le importaba un comino que la misma fiesta fuese con motivos de propuesta de mano por parte del soso de Wilson, pero si estaba demasiado preocupado por la reacción de la mujer.
¿Y si me rechaza?¿Y si se enoja conmigo?¿Y sin no soy suficiente para ella?
Ya no tenía tiempo para dar un paso en falso, James debía recolectar todo el valor que poseía e ir hacia su querida.
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Felicidad de una margarita
RomanceLa señorita Fancy Dulcasse interpreta el papel más difícil de su vida, representando a la solterona más reconocida de la ciudad de Londres. Entre susurros e insinuaciones se entera de que ningún hombre está dispuesto a desposar a una mujer como ella...