Pasos

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James se despertó con la cabeza perdida entre los restos de láudano que habían llenado su sistema en la fatídica noche anterior y una canción que se le había pegado a la mente.

Luego de que estuvo bajo una dolorosa intervención médica y había dormido toda la mañana, se sentía con una fuerza tan extrañamente extraordinaria que deseaba levantarse de la cama e ir corriendo hasta la calle. Lamentablemente si hacía eso muy seguramente a su hermano y a su cuñada les daría un ataque, así que decidió calmarse.

Estaba muy ansioso, con los nervios a flor de piel y con la creciente esperanza de encontrarse con Fancy. Tenía muchísimas ganas de atacarla como un depredador rabioso, llevársela a un lugar oscuro y hacer que temblara de placer. Con sólo pensar que la había visto en camisón su entrepierna palpitaba de deseo.

Su nívea figura era calcada con la blanca y pulcra tela, dejando ver tanta piel que tuvo la necesidad urgente de cubrirla hasta los pies con una colcha para que nadie más que él pudiera verla.

¡Por Dios! ¿Acaso estoy celoso de un viejo médico y de mi hermano?

Era todo demasiado patético como para decirlo en voz alta, pero tenía que admitir que cada vez más iba perdiendo sus barreras ante los pasos de Fancy.

Tuvo que frenar sus reflexiones debido a que escuchó cómo la puerta de su habitación se abría y dejaba pasar un carrito de madera con frascos de vidrio que se chocaban por la textura del piso alfombrado. La nívea figura del ser que invadía sus más profundos sueños entraba a su habitación vistiendo un perfecto ejemplar de "solterona de cuello alto", con intrincados botones hasta la barbilla, mangas largas y densas faldas que se fundían con las ruedas del carro. Fancy llevaba un aburrido y tirante moño castaño en la coronilla y James tuvo que aguantarse las ganas de gemir en su almohada por el molesto contraste entre lo que estaba viendo y lo que había observado la noche anterior.

Detrás de ella ingresó rápidamente Danielle con uno de sus clásicos y vaporosos vestidos rosados sosteniendo a una pequeña bebé pelirroja que babeaba uno de los cordones de su escote.

-Me alegra verte despierto, James. Te ves menos pálido que la última vez-el rostro de su cuñada se iluminó alegremente mientras Fancy en silencio se acomodaba en la habitación. Él apenas se detuvo en la presencia de Danielle, ya que estaba constantemente atento a los movimientos de su prima que lo intrigaban. La mujer se dio cuenta de ello y con una sonrisa aclaró- Fancy es la más capaz de la casa para ayudarte-James abrió los ojos de par en par completamente sorprendido-Luego de que la herida se complicara decidimos junto con el doctor que lo mejor sería si alguien capacitado te ayudaba, y al parecer ella tiene una habilidad magistral para curar heridas que sería muy poco inteligente desaprovechar-Lilith se quejó entre sus brazos y la acomodó nuevamente-Para resumir, te dejaré a cargo de sus cuidados hasta que te recuperes del todo...pero-hizo una pausa para mirarlo muy seria como si fuese algún niño travieso con tendencia a romper las reglas-Debido a que es una situación muy delicada y poco decorosa, debes de tener la puerta completamente abierta y estaremos controlando el lugar de vez en cuando-James pudo ver cómo Fancy enrojecía al escuchar que su prima lo pintaba como todo un depredador sexual y tuvo que suspirar.

-Tranquila, Danielle. No soy una bestia ni salto sobre doncellas inocentes-afirmó con suma confianza mientras pensaba en su interior "inocente" no es el término que le colocaría a Fancy.

-Tengo que cuidar de la reputación de mi prima, así que no correré riesgos para comprobarlo-sentenció Danielle estricta-Fancy, querida-se dirigió amablemente a la joven cambiando completamente sus gestos-Si te llegas a sentir incómoda por el comportamiento de mi cuñado hazmelo saber-y volvió a mirarlo con los ojos entrecerrados.

Felicidad de una margaritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora