Deseos Egoístas

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Una húmeda mañana de junio, donde las nubes cubrían todo el cielo de Hampshire y era casi imposible salir sin quedar sumergido en el barro, la familia Greenhill-Dulcasse se reunía para compartir un agradable desayuno y disfrutar del sonido de las gotas de lluvia rebotando en los cristales.

James y Fancy se habían mudado hacía ya dos meses junto con las jóvenes hermanas a la propiedad y celebraban junto con sus parientes una reunión muy esperada. Hacía bastante tiempo que no veían a los duques y a su hija, por lo tanto su visita fue algo totalmente deseado por todos ya que se habían vuelto una parte muy importante en sus vidas.

Danielle lucía la barriga de su segundo hijo con elegancia mientras Laurie le acercaba a su asiento un humeante té de hierbas para contrarrestar la hinchazón que sufría en los tobillos. Fancy y Garnet se dedicaron a comentarle las maravillas de la vida en el campo, cómo los pueblerinos los habían recibido con mucha alegría y ellas habían decidido comenzar a colaborar con creaciones dulces para que lo recaudado se dispusiera para mejorar las casas que dependían de Greywell Park. Frederick y su marido las escuchaban con cierta gracia desde el costado de los ventanales ya que según ellos parecían un grupo de cotorras cotillas.

-Es muy divertido aquí, no hay mujeres que te miran con desprecio ni snobs con caras arrugadas-señaló Laurie risueñamente y Danielle echó un suspiro al aire.

-Creo que estoy de acuerdo con ese punto, la vida en el campo ha de ser más tranquila. Estoy algo cansada de lidiar con mujeres locas y envidiosas-los intrincados rizos rojizos de Danielle cayeron a su cara y esta los sopló como si quisiera demostrar sus deseos más internos de mandar a volar a todas aquellas que la molestaban en las reuniones sociales.

-¿Se sabe algo de Lady Cartwright?-Garnet levantó la vista de su té para emitir una ligera voz, pero la pregunta fue tan contundente que nadie en el salón pudo evitarla.

-La he visto en las últimas fiestas de salón, pero se mantiene alejada de nuestra familia y amigos como si temiera que fuéramos a revelar algo...al parecer fuimos muy claros con nuestras amenazas-respondió Danielle con severidad-¿No has recibido o visto nada extraño aquí, querida?

-No, en lo absoluto-afirmó Fancy con suma sinceridad-Estoy segura que no nos molestará más-en realidad ella estaba segura de ello. Semanas atrás había recibido dos cartas muy particulares, pero le había prometido a los destinatarios que nadie sabría de su existencia, excepto su esposo.

Mientras sus acompañantes deban por sellada la conversación, Fancy comenzó a recordar en silencio lo acontecido. Ese día James había viajado al pueblo a contratar a algunos de los habitantes, ya que el personal de la mansión resultaba insuficiente para su mantenimiento y era necesario ayudar a los granjeros del terreno a cultivar la tierra y criar más animales.

Fancy estaba en su escritorio contestando unas cartas a su amiga Colette para poder enviarlas todas juntas, acompañadas de algunos regalos.

Los pasos fuertes de James resonaron en la habitación y ella levantó la cabeza para admirarlo, el trabajo en el campo lo había bronceado lo suficiente para que sus pecas resaltaran aún más y lo hicieran parecer más joven y tierno. Sus hombros eran fuertes y cubrían bastante el ancho de la puerta y la camisa dejaba entrever algo del vello de su pecho, aspecto el cual logró sacarle la respiración por unos cuantos segundos.

Se acercó lentamente hacia ella dejando que la tensión aumentará en la habitación considerablemente, el calor de junio se estaba haciendo presente y el vestido que ella llevaba lo había comenzado a tentar peligrosamente. El sol del cercano mediodía iluminaba todo el lugar dejando que cada uno de los detalles del escote de su mujer se distinguieran muy bien.

Felicidad de una margaritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora