Palabras de aliento

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Los preparativos para el inminente evento hacían que Fancy se sintiese irritada todo el tiempo. El choque de los platos de cerámica, el sonido del lustrado piso bajo sus pies, los cristales chirreado por los sirvientes que sacaban brillo con fervor y el continuo murmullo debido a todas las actividades que se realizaban en el salón eran una completa molestia para sus ahora débiles nervios.

Si no fuera porque estaba demasiado en deuda con los duques por el esfuerzo que emprendían día a día para su futuro, se la hubiese pasado tirada llorando en la cama o durmiendo intentando difuminar la oscura nube que flotaba sobre ella por culpa de las actitudes de James.

Se sentía un trapo de piso usado y desechado, tal y como le había advertido su hermana Garnet que sucedería. Apenas quería cruzarlo por los pasillos y huía cada vez que veía un atisbo de su figura asomarse por alguna parte, como si fuese un cervatillo completamente asustado. Se la pasaba persiguiendo a Danielle a cada lugar que iba, como si esta fuese la única fuente de seguridad de la casa.

-¿Fancy?¿Me escuchaste?-la amable voz de Danielle la interrumpió de su ahora habitual estado de vigilancia, el cual la obligaba a mirar hacia todos lados y rebotar en su asiento cada vez que una persona atravesaba la habitación.

-Claro-contestó automáticamente, pero la verdad era que no tenía ni idea de nada de lo que había dicho su atareada prima. La mujer se rió entre dientes debido a la confusión que denotaba su rostro y Fancy pudo notar las densas ojeras de ella, las cuales intentaba disimular con una especie de capa de polvo color crema-¿Prima, qué te sucedió?¿Estás durmiendo bien?-Danielle se tensó de inmediato y acarició su falda con lentitud. Su semblante se volvió algo triste.

-La verdad es que no...la ansiedad que me provoca la fiesta no me deja dormir, además Lilith está algo tensa también, no hay manera que duerma más de cuatro horas.

-¿Por qué no me lo dijiste?-se quejó Fancy y le tomó las manos.

-No quiero que mis miedos te traspasen a ti, estoy segura que tienes demasiadas cosas que pensar...es habitual que yo me ponga tensa por los eventos sociales, no debes hacerme caso...-Danielle intentó quitarle seriedad al asunto pero Fancy no se convenció mucho.

-¿Temes por la fiesta o por Wilson?-la increpó sin guardarse nada y los verdes ojos de la mujer brillaron extrañamente-Sabes que puedes decirme todo lo que sientes, eso no cambiará mi perspectiva de las cosas ni el maldito plazo que me puso mi tío, así que...-la presionó un poco más y la otra suspiró pesarosa.

-Las fiestas me generan nervios siempre, es una situación de mucha presión y más siendo la anfitriona. Sobre Wilson...tengo la sensación que te estas forzando a algo que no quieres, el hombre es afectuoso y eso, pero no te veo muy convencida-las dagas fueron directamente al corazón de Fancy, sintiéndose completamente expuesta.

-Pues...yo no tengo más opciones ni tiempo y tu lo sabes. Hemos hablado más de cien veces sobre este asunto, no tengo otra decisión más que casarme con él y proteger a mis hermanas. No creo que ese hombre me provea de un matrimonio infeliz tampoco.

-Pero no serás completamente feliz...-la voz de Danielle era triste como el humor de Fancy-¿Con quién tendrías una felicidad completa?-le preguntó, sin un ápice de miedo ni vergüenza, pero ella se elevó de hombros y se sonrojó.

Como si Lilith pudiera leer su nerviosismo ante la inminente e incómoda situación en la que su prima la estaba poniendo, su chillido sonó en todas las habitaciones y Danielle saltó de su asiento para ir hacia ella ignorando lo que estaban hablando.

Fancy pudo ver cómo Danielle aceleraba su paso, tomando sus faldas para mover su cuerpo con mejor facilidad. Ambas llegaron a la biblioteca, donde el ser que menos quería ver jugaba con la bebé. Al parecer los chillidos eran intentos de risotadas que Lilith generaba en su joven garganta y Danielle suspiró aliviada.

Felicidad de una margaritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora