Desde la fiesta en Greenhill House y la propuesta de James, los días pasaron volando ante los ojos de Fancy. Ella se la pasaba de acá para allá organizando junto con Danielle la inminente boda, debido a que James estaba demasiado ansioso por que ocurriese. La fecha había sido pautada para luego de las festividades de fin de año, de manera que la pareja pudiera compartir con la familia las mismas antes de casarse e irse de luna de miel.
Apenas podía asimilar todos los cambios que se daban a pasos agigantados e interferían en su tranquila rutina diaria con la misma delicadeza que un elefante en una cristalería.
Como James había propuesto Greywell Park para vivir, tuvieron que encargarse de preparar a sus hermanas para la mudanza, encargar ropa más adecuada para el campo, las pertenencias de cada una las cuales serían llevadas una vez que volvieran del viaje y millones de cosas más. Los duques habían aceptado gustosos que Laurie y Garnet se quedaran con ellos mientras los recién casados se tomaban un tiempo de pareja y Fancy tuvo que hacerse la idea de dejar por primera vez en su vida a sus hermanas por un tiempo.
Mientras Fancy desenvolvía cajas con regalos de boda que habían llegado por la mañana, recordaba con algo de gracia cómo habían recibido los invitados de aquella noche la noticia.
James había entrado, con Fancy sujetando su brazo y con los cuerpos pegados declarando que no eran unos desconocidos. Ambos se ubicaron en el centro de la escena, esperando que el ruido disminuyera para poder hablar.
El murmullo se abrió paso en el lugar, como una densa cortina de humo. Frederick miró a Danielle, comprendiendo la situación al instante y se posicionaron juntos para ver lo que acontecería.
-Creo que todos estaban aquí con la expectativa de algo, por lo tanto seré breve. Para evitar que se sigan haciendo ideas y como sé que son muy propensos a ello-miró al círculo de ancianas completamente enrojecidas por su directo insulto y besó la mano de su prometida para hacerlas enrabiar aún más-Yo, James Greenhill, me casaré con la señorita Dulcasse-anunció con una sonrisa y Danielle fue detenida por la mano de su marido debido a que quiso saltar de la emoción-Sin más que decir, continúen con la fiesta.
Pronto el grupo más allegado a los duques se acercó a la pareja para comunicarles sus buenos deseos y sus felicitaciones, ya que estaban más que acostumbrados a las excentricidades de los Greenhill-Belcher y no les pareció para nada raro que un anuncio matrimonial se diera de esa manera y con semejante muestra de intimidad por parte de los implicados. El resto de invitados se mantuvo al margen, guardando la compostura ante la sorprendente noticia del matrimonio entre el "libertino de oro" y la "solterona de la década".
Frederick se acercó a su hermano junto con Danielle, quien había ido casi corriendo a donde estaba para abrazar a Fancy llena de ilusión. Las hermanas Dulcasse se mantuvieron a raya para no interrumpir el momento, Laurie casi gritando de la emoción y Garnet con los brazos fruncidos pero emulando una media sonrisa.
-¡Debemos de apresurarnos y organizar algo lindo para ti, querida!-dijo alegremente Danielle.
Con esa última frase, Fancy se perdió en la avalancha de felicitaciones de los presentes y fue necesario que su prometido la sacara entre el gentío con un par de empujones.
Ahora sólo faltaba que James se reuniera con Ferdie Flipsen para arreglar los asuntos de la dote y la custodia de las tres, lo cual ocurriría esa misma tarde. Fancy no paraba de romper envoltorios de papel pintado a causa de los nervios de tener que volver a su antiguo hogar. Le parecía irreal todo lo que ocurría y temía demasiado que su tío se opusiera al matrimonio o a la custodia por el simple hecho de disfrutar hacer sufrir a los demás.
-Ma chérie, parece que estuvieras a punto de deshacer el papel con tus manos y de paso todo a tu alrededor-el dulce murmullo risueño de James la sacó de su trance e hizo que se sonrojara de la vergüenza-Todo va a salir de maravilla, yo te lo prometo-le acarició los hombros con la intención de calmarla, pero su reacción fue completamente la contraria. Debía de admitir que estar tan lejos de él durante tantos días de preparativos la había afectado, a tal punto que compartir habitación y poder sentir su perfume tan cerca la mareaba y la hacía sentir ansiosa-No creo que tu tío sea tan idiota como para ponerse en contra de mi hermano-señaló y se sentó frente de ella en la mesa. Su cabello rubio resplandecía ante el sol del mediodía que se colaba a través de las ventanas y la luz iluminaba sus ojos haciéndolos parecer los de un gato curioso. Fancy sintió que le fallaba la respiración y asintió desviando la mirada de él.
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Felicidad de una margarita
RomanceLa señorita Fancy Dulcasse interpreta el papel más difícil de su vida, representando a la solterona más reconocida de la ciudad de Londres. Entre susurros e insinuaciones se entera de que ningún hombre está dispuesto a desposar a una mujer como ella...