El color de la felicidad

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Fancy se encontraba rodeada de chismosas nobles que le estaban comenzando a sacar el aire, pero desgraciadamente no podía hacer nada para escapar de ellas. Las pomposas jóvenes solteras la habían encerrado en un conversatorio sobre banalidades de la vida aristócrata, o mejor dicho, las suyas propias. A pesar de ello, en algunos momentos llegó a reír gracias a algún comentario jocoso sobre uno de los rechonchos especímenes de solteros dispuestos a cazar esposa y alguna que otra mueca de desesperación de una de las mujeres que fue sacada a bailar por este mismo.

Le llamó la atención que de un momento a otro, no pudo divisar por ningún lado la presencia de su prima y esposo, asunto el cual era de lo más extraño y más tomando en cuenta que ellos eran los anfitriones. Tampoco pudo encontrar a Laurie y no había visto a James bajar por las escaleras ni presentarse en el salón principal.

Poco a poco, sus acompañantes se fueron distrayendo por el comienzo del baile y Fancy comenzó a moverse con más facilidad por los alrededores. Con algo de curiosidad se acercó a la adornada mesa de refrigerios para tomar una copa de ponche rebajado y relajar sus tensos músculos por culpa de los nervios que le provocaba el evento, mientras que aprovechaba para observar en silencio a Garnet desde los silloncitos.

Su hermana parecía más que incómoda charlando con un hombre no más joven que ella, quien parecía demasiado entusiasmado por convencerla para sacarla a bailar. Pudo reconocer su ceño ligeramente fruncido como estatua y la sonrisa fría que solía esgrimir para defenderse, por lo tanto se levantó de su lugar para ir a salvarla, pero se detuvo en seco al ver como otro hombre demasiado conocido se acercaba con rapidez y despachaba al muchacho con una simple sonrisa maliciosa.

Fancy completamente asombrada continuó husmeando entre la multitud cómo Nicholas Hanson había reconocido la incomodidad de Garnet entre los presentes, había ido a su rescate y ahora hablaba con ella alegremente, logrando aflojar a la misma hasta el punto que reía felizmente mientras él le comentaba algo.

Con un poco de envidia volvió a sentarse en el silloncito, pero no pudo evitar reír segundos después al recordar cómo Garnet le negaba su obvia atracción por Hanson.

Absorta en sus pensamientos, no notó que alguien se sentaba a su lado hasta que habló.

-Parece que te estás divirtiendo, ma chérie-un grave susurro le erizó la piel y se giró a mirar con asombro a James. Si Dios quería demostrar su crueldad con el mundo, aquel momento era perfecto para probarlo. Sus rubios cabellos estaban algo despeinados confiriéndole un aura aleonada, sonreía tan brillantemente que la dejó ciega y su traje de etiqueta negra algo desacomodado parecía hacerle demasiada justicia a su musculado cuerpo. Fancy creyó perderse en sus ojos durante una eternidad, pero fue interrumpida por el sonido de unas copas que un invitado distraído tiró al piso. Esto sirvió para que ella recuperara el sentido de sus acciones.

-¿Qué hace aquí? Me parece que la zona para caballeros solteros está en frente y más teniendo en cuenta que mi carabina desapareció-su tono se volvió serio y él levantó una ceja con gracia.

-Después de todo lo que hemos pasado, creo que ya superamos esa etapa de tratarnos con tanta formalidad ¿no es así?-Fancy lo miró molesta y se frunció de brazos.

-¿Hemos pasado? La verdad es que yo no tengo ni idea de lo que habla-ella negó todo lo que habían experimentado con la misma facilidad que él lo había hecho días atrás y James se sintió profundamente culpable.

-¿Quieres que te lo recuerde, ma chérie?-él se acercó a su oído, ignorando por completo al resto de los presentes y las normas de etiqueta. Fancy se enrojeció de la vergüenza y pareció una fresa incandescente.

-Por favor, compórtese. No soy la clase de mujer que se junta con libertinos en las fiestas-alegó orgullosa y James volvió a reír ante su descarado comentario.

Felicidad de una margaritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora