Siguiendo la clásica tendencia de James de crear escándalos, era esperable que la pareja iniciara su enlace con uno bastante memorable.
Y bien que lo hicieron...
James y Fancy decidieron dejar la recepción en cuanto el reloj llegó a las doce, despidiéndose disimuladamente de su familia y ascendiendo al carruaje, el cual los llevaría hasta la casa de éste, sin que nadie se percatara. Cuando una de las ancianas quiso buscarlos entre la multitud de invitados se encontró con su obvia ausencia y rápidamente esparció la noticia como las chispas de un refulgente fuego que encendían todo a su alrededor, haciendo que a varias matronas les fuera necesario tapar los oídos de sus hijas ante algunas exclamaciones de sorpresa por parte de los presentes.
Danielle y Frederick parecían completamente ajenos a la situación y continuaron bailando un alegre vals, riendo sin parar al observar los críticos ojos de todos sobre ellos.
-Y eso que le dije que esperara un poco más-se quejó Frederick, quien sostenía la cintura de su esposa con solidez. Ella echó una carcajada al aire, regodeándose de la mirada apreciativa de su esposo, quien parecía estar sufriendo una terrible crisis eligiendo entre seguir los pasos de su hermano o continuar con la fiesta como era esperable para alguien de su nivel-Pero no puedo culparlo, yo quiero hacer lo mismo-le susurró en el oído, haciendo que a ésta se le subiera el rojo escarlata por el cuello. Desvió la vista de él por un momento, intentando ocultar su bochorno y continuaron el baile por un rato más.
Mientras tanto, en una zona un poco más alejada de la ajetreada fiesta, James y Fancy descendían de un elegante carruaje negro decorado con enormes moños blancos.
Esta era la primera vez de Fancy en esa casa, por lo tanto tenía los nervios a flor de piel como toda una jovencita imberbe.
La fachada era de una piedra clara, al parecer habían reemplazado las ventanas y la puerta, ya que su diseño no parecía concordar con la construcción y no compartían el mismo grado de erosión de la pared del exterior ni la escalera de la entrada. Recordó que la fallecida duquesa de Western había sido conocida por una vida de despilfarro y al parecer la misma había impactado notablemente en el mantenimiento de la edificación.
Sintió compasión por James, nunca se había detenido a pensar en la infancia de este, pero al ver el lugar en el cual era posible que hubiese pasado la mayoría de su vida, algo en ésta la hizo reflexionar.
Al igual que ella, no debió de tenerla fácil con una madre así y siendo el hermano menor, el cual no podría heredar un título a menos que el mayor muriera. De alguna manera comprendió las razones que lo habían llevado a un camino de excesos, haciendo que su recuperación y mejora fuese un logro más que reconocible.
Completamente admirable.
-¿Qué te tiene tan distraída, ma chérie? No emitiste sonido desde que entramos...¿aún sigues nerviosa?-James le acariciaba la mano cálidamente y la miraba a los ojos preocupado. Fancy negó con la cabeza y se dispuso a explorar la habitación a la que habían ingresado.
Era diferente a cualquier habitación masculina que podría haber imaginado, no había demasiados artículos, las paredes estaban coloreadas de un delicado anaranjado, el piso era de madera clara al igual que las puertas, la pequeña biblioteca y el armario, el cual parecía algo grande para lo que estaba acostumbrada. Aquello le llamó demasiado la atención, dado que nunca había esperado que su esposo tuviera demasiado interés en la ropa. Se acercó al mismo con curiosidad, causando que James se riera por su actitud aventurera.
-¿Puedo?-señaló el mueble como si se tratara de un misterio que necesitaba resolver y él asintió, con demasiado interés. Fancy tomó las dos manijas metálicas de los costados y aguantando la respiración por un segundo lo abrió, encontrándose todo un ejército de trajes de diferentes colores, bordados y estilos-¡Son hermosos!-exclamó sorprendida por el golpe de exuberancia que la atacó.
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Felicidad de una margarita
RomanceLa señorita Fancy Dulcasse interpreta el papel más difícil de su vida, representando a la solterona más reconocida de la ciudad de Londres. Entre susurros e insinuaciones se entera de que ningún hombre está dispuesto a desposar a una mujer como ella...