~CAP 20~LA DESPEDIDA.

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POV ASTRID

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POV ASTRID

¿Qué quería mi padre ahora?

−Hija, ¿aún no has preparado nada para mañana? –preguntó algo mosqueado.

− ¿Para esto me llamas? Increíble. –me quejé y subí a mi habitación. Al subir me encontré a Tormenta durmiendo plácidamente. Hice mucho ruido sin querer y la desperté. Se acercó a mí y me gruñó amistosamente. La acaricié la cabeza− Lo siento, bonita. No quería despertarte. –me dio un pequeño empujón con el morro− No podemos ir a volar ahora, chica. Tengo que preparar las cosas para por la mañana irnos. –dije apenada y soltó un gruñido triste. –Lo sé. Yo tampoco quiero irme. –me puse pensativa− Espera, todavía tengo que hacer algo antes de que se me olvide. –sabía lo que tenía que hacer. Lo veía venir.

Tardé alrededor de una hora en prepararlo todo. Eran muchas cosas. Me iba a mudar lejos. Abandonaría la casa donde me crie. Cuando terminé estaba agotada y me tiré a la cama bocarriba. ¿Cómo estará Hipo ahora? Supongo que ya sé la respuesta. Desde luego, mal. No entiendo cómo la descerebrada de Camicazi se ha podido aprovechar de alguien tan... bueno, amable y simpático como él. Cuando éramos pequeños siempre se metía con todo el mundo... pero a por quien más iba era a por Hipo. Le ha tenido manía desde siempre. Lo veía como el más débil y se aprovechaba. Ojalá estuviera ahora con Hipo para poder abrazarlo y no soltarlo nunca más.

Sería la última noche que pasaría aquí. Esta vez no me costó mucho conciliar el sueño y me dormí a los pocos minutos.

*por la mañana*

Di un gran bostezo, casi se me desencaja la mandíbula. Ya era por la mañana. Me tenía que ir.

− ¡Astrid, cariño! ¡Baja a desayunar! –exclamó mi madre desde abajo.

− ¡Ya voy mamá! –me quedé unos segundos más disfrutando por última vez de la comodidad de mi cama y me levanté para vestirme. Bajé a desayunar y allí estaban todos empezando a comer.

−Buenos días cara de lechuga. –me saludó mi hermano. Sí, se le da muy bien inventarse apodos raros.

−Buenos días cabeza hueca. –le saludé divertida mientras me sentaba con ellos.

Estuvimos todos en silencio mientras disfrutábamos del último desayuno en esta casa. Al terminar todos, salimos fuera, cogimos nuestras cosas y las atamos a nuestros dragones. No dejaba de mirar a los lados para divisar a Hipo. No llegaba. Tranquila Astrid, seguro que se ha quedado dormido. Ya llegará.

− ¡Astrid! –vi a mis amigos aproximándose rápidamente.

−Hola, chicos. –saludé con una sonrisa apenada.

−Menos mal que hemos llegado a tiempo. –dijo Patapez recuperando el aliento.

−Sí, nos hemos tenido que estar parando todo el rato porque te ibas a desmayar del cansancio. –se quejó Mocoso.

Un Mundo Sin Ti [CASTELLANO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora