Dos jóvenes vikingos están enamorados, su destino es estar juntos. Pero un matrimonio indeseado se interpone entre su vida juntos y pone en peligro su relación. Esto pondrá a prueba su amor y lo que darían el uno por el otro. Ambos lucharán por pode...
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POV ASTRID
Desgraciadamente, me despertaron para comer. Estaba soñando. Ojalá nunca me hubieran despertado de ese sueño. Soñaba con Hipo, mi futuro con él. Me casaba y éramos felices. Pero creo que eso ahora es mucho pedir. Aunque al principio me negué, me obligaron a bajar a comer. No tenía ganas de ver a mi familia en este momento. Sólo a mi hermano, que ha sido el único que me ha entendido ahora.
Bajé, me senté en la mesa con los demás y empezamos a comer. Yo intentaba no llamar mucho la atención para que no sacaran el tema, pero creo que no va a servir de mucho. Están todos mirándome.
−Astrid... no te enfades con nosotros. –dijo mi madre. Di un fuerte golpe en la mesa al dejar el vaso que tenía en la mano.
− ¡¿Cómo que...?! ¡Me habéis vendido! ¡Habéis arruinado mi futuro! ¡Y todo por un puñado de monedas! –grité angustiada. Mis padres se miraron apenados y luego se volvieron a mí.
−Es que... −comenzó a decir mi padre.
− Es que... ¿qué? –insistí molesta.
−Es que no sólo es la familia Wefferson la que nos pidió hacer un trato... −dijo al fin mi madre. Arqueé una ceja. ¿Cómo?
− ¿Qué quieres decir?
−Pues... que hay otra familia en el trato. –continuó mi padre. Me quedé totalmente confundida. ¿Otra familia? ¿Para qué? Sólo hace falta que la familia Wefferson y la mía estén de acuerdo para poder casarme.
− ¿Qué... familia? –pregunté confusa.
−Eso no te lo podemos decir mi niña. –dijo mi madre.
−Pero descuida, no tendrás que verlos a ellos... o eso creo. –siguió mi padre.
− ¿Y entonces por qué están también en el trato?
−Porque en el trato no sólo estás... tú. –dijo mi madre. ¿Hay alguien más? ¿Será alguien que conozco? Tenía que averiguar más sobre el tema.
− ¿A quién más habéis vendido? –dije sarcástica de brazos cruzados.
−No, nosotros no. –respondió mi padre. ¿En serio?
−No te podemos contar nada más, Astrid. –intervino mi madre. Gruñí y salí bruscamente fuera de la casa en busca de aire fresco. Al final me fui sin comer, así que tenía hambre. Pero me negaba a volver a esa casa ahora.
Caminaba por la aldea intentando que se me quitara el apetito, cuando vi que Estoico salía de su casa. No me parecía muy bien, pero quería saber cómo estaba Hipo. Aunque ya me imagino la respuesta, pero estoy preocupada.