❝Hogar, dulce hogar...❞
SeokJin era un actor exitoso, y NamJoon era un músico de renombre; pero al contraer matrimonio, decidieron que lo mejor era reinstalarse lejos de las cámaras para tener una vida tranquila. El destino: un pueblo rural llamado...
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NamJoon
Al terminar de comprar, JungKook se quedó maravillado ante un parque que estaba cerca del supermercado.
A NamJoon le pareció extraño para un lugar en el que casi no había niños, pero de todas formas terminó llevándolo a jugar en los columpios.
JungKook lanzaba sus brazos al aire cada vez que lo empujaba, y aunque no se moviera más de diez centímetros, reía como si estuviese volando.
El columpio le hizo recordar al roto que tenían en casa y que había prometido a JiMin que repararía.
—¡Más ato!
NamJoon lo empujó ligeramente más fuerte, y siguió pensando.
Ya eran las tres de la tarde, y no sabía nada sobre JiMin y SeokJin.
—Demonios.— susurró tan bajo para que JungKook no escuchara, buscando con una mano su celular en la parte de atrás de sus jeans.
Lo sacó, y maldijo aún más.
Tenía una llamada de SeokJin.
El hecho de que fuera una llamada solamente le aterraba más que si fueran diez, porque se trataba de SeokJin, y que haya sido a las nueve y ahora fueran las tres le acrecentaba aún más la incertidumbre y el miedo.
¿Qué había pasado?
Un temor se instaló en su estómago, y JungKook volvió a exclamar que lo empujase.
—Espera un momento, Jungkook.
Miró el celular y presionó el ícono de devolver la llamada. Esperó.
Y siguió esperando... pero SeokJin no contestó.
—Papi.
—JungKook.— le dijo más firme, mientras le agarraba un hombro. Se concentró en su teléfono, frunciendo el ceño y tratando de no pensar en lo peor.
