❝Hogar, dulce hogar...❞
SeokJin era un actor exitoso, y NamJoon era un músico de renombre; pero al contraer matrimonio, decidieron que lo mejor era reinstalarse lejos de las cámaras para tener una vida tranquila. El destino: un pueblo rural llamado...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
YoonGi
En el momento en que vio el color y percibió el olor característico de la sangre, su pánico se acrecentó a pesar de que fuera médico, y que ya hubiese estado acostumbrado a ello; pues esta vez provenía de SeokJin.
Le sujetó con fuerza las muñecas, separando sus manos del suelo, y exclamó su nombre lo suficientemente fuerte como para que el rubio espabilara.
La sangre que caía de sus dedos y uñas se deslizó por los brazos de ambos.
—SeokJin.— volvió a decir más firme, sacudiéndolo ligeramente. El rubio lo miró a los ojos, con una expresión de cansancio el rostro, y luego bajó la mirada hasta sus dedos rojos y probablemente adoloridos, confundido casi tanto como con la herida rojiza en su mejilla.—¿Qué fue lo que hiciste?
SeokJin miró con una mórbida fascinación sus uñas rotas y los rasguños rojos que había dejado en el piso cerca de ambos.
Movió los labios pero ningún sonido salió de ellos por un momento. Parecía estar aún tratando de entender que estaba pasando.
—YoonGi...— por fin dijo, suspirando. Subió su mirada hasta la de YoonGi.—...N-NamJoon. NamJoon.
YoonGi sacudió la cabeza.
—¿Quieres que traiga a NamJoon? ¿SeokJin, que...?
SeokJin siseó, negando con la cabeza esta vez él.
—...No le digas. YoonGi.— pidió, y sus ojos brillosos parecieron revivir un poco. YoonGi lo sostuvo con más fuerza.—Por favor.
—No entiendo cómo quieres ocultarle esto, SeokJin. ¡Mírate!— le señaló con la mirada sus dedos mutilados, y estos temblaron con la adrenalina que SeokJin aún sentía.—¿Qué demonios estabas pensando?
SeokJin chasqueó la lengua, y YoonGi supo que aunque este aparentaba indiferencia, sus labios tendían a curvarse hacia abajo.
—Soy sonámbulo.— respiró el rubio, y YoonGi tensó la mandíbula. No le agradaba esa contestación. Fuera porque no la creía, fuera por la forma tan descuidada en la que lo había dicho.
