❝Hogar, dulce hogar...❞
SeokJin era un actor exitoso, y NamJoon era un músico de renombre; pero al contraer matrimonio, decidieron que lo mejor era reinstalarse lejos de las cámaras para tener una vida tranquila. El destino: un pueblo rural llamado...
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SeokJin
Se rascó la parte de atrás de la nuca mientras miraba los panqueques cocinarse en frente. El sonido que salía de ellos era bastante relajante, pero no le estaba surtiendo mucho efecto. Principalmente porque aunque se vieran apetitosos, tenía unas náuseas horribles; y eso era demasiado extraño.
SeokJin no podía recordar una sola vez en su vida en la que no hubiera tenido hambre al levantarse, o que el olor de algo le diese tales ganas de vomitar.
Sin embargo allí estaba, mirando con asco los panqueques para los niños y Joon. Y YoonGi. Si este volvía al mundo de los vivos antes de que se acabasen.
Se pasó una mano por la nariz, y continuó moviendo los panqueques para cocinarlos uniformemente.
¿Y si se estaba enfermando? esperaba que no. Eso no traería nada bueno; especialmente con JiMin aún recuperándose de su otitis.
Solo imploraba que se le pasara en el trascurso de la mañana, por eso, y porque quería comer.
Movió los panqueques con una espátula, siseando de dolor al recordar las heridas en sus uñas. También estaba eso.
Entonces los sonoros pasos de NamJoon entraron en la cocina y SeokJin contuvo la respiración.
Se quedó parado cerca de la puerta.
—Mmm...— soltó detrás de él.—Delicioso.
El rubio apagó la cocina eléctrica hábilmente, y agarró un plato de la alacena.
—¿Los panqueques o te refieres a otra cosa?
NamJoon soltó una risa y se acercó hasta Jin, meneando las cejas.
—Obvio que los panqueques.— La mano del menor le tomó la cintura y lo pegó contra sí.—Y el que los está cocinando.
SeokJin sirvió un panqueque en el plato, mientras NamJoon le acariciaba la cintura.
Volvía a tener ganas de vomitar, mirando el humo salir de la comida.
—¿Acaso no te cansas?— le siguió el juego, sin mirarlo.—Uno creería que después de lo de ayer...
