Álbum de fotos de SeokJin:
NamJoonEl reloj de la cocina sonaba en realidad tan bajo que solo estando cerca uno podría escucharlo. Sin embargo, NamJoon lo escuchaba tan fuerte y claro como si tuviera el reloj metido en el cerebro; marcando y burlándose de él con un cuatro de color negro.
Se masajeó las sienes con los dedos, sintiendo que el brillo de la pantalla de la laptop le quemaba las retinas.
Resopló cansino, se quitó los lentes y los colocó a un costado para tallarse los ojos también. Era imposible.
Desde que SeokJin y JiMin se habían ido, no había podido pegar un ojo. Para distraerse al menos mientras esperaba que SeokJin llamara, había decidido tipear los documentos que la productora le había enviado— los cuales no le había dicho a SeokJin que eran del trabajo que aún no había terminado por haber regresado antes de Seúl.— pero por más que intentase concentrarse en ellos, terminaba dándole vueltas al hecho de que ya eran las cuatro y no sabía nada acerca de los dos.
Sabía que tenía que dejar de preocuparse tanto porque, demonios, SeokJin podía lidiar con cualquier cosa; pero eso no tranquilizaba a su corazón.
Se levantó de su lugar y llenó un vaso con agua, ignorando olímpicamente la botella de vino bien guardada en la alacena de donde había sacado el vaso. Drenó el líquido de un trago y cerró las persianas de la ventana porque la brisa empezaba a ser un poco demasiado fría.
Se volvió a sentar en la silla, colocando su cabeza entre sus manos y cerrando los ojos.
Debía dormir al menos un poco si quería estar alerta para cuidar a JungKook, de otra forma, se quedaría dormido cuando este despertara. Y no iba a dejar a su bebé desatendido solo porque le carcomía la ansiedad de estar lejos de su esposo.
Porque sí, tal vez él necesitaba a SeokJin más de lo que este necesitaba a NamJoon.
Se rascó los ojos por última vez, cuando el monitor de bebé sonó con los gemidos del pequeño.
Apagó el aparato y subió a la habitación a grandes zancadas, esperando que no estuviese quejándose porque le pasara algo serio. Abrió la puerta lentamente, y se encontró con que la ventana del cuarto de JungKook estaba abierta, dejando entrar el viento frío.
Se apresuró a cerrarla y luego atender al bebé. Este estaba removiéndose en sueños, balbuceando cosas sin sentido con un tono angustioso.
NamJoon movió suavemente la cuna para mecerlo, arrullándolo en un murmullo.
—Shh, Kookie, no pasa nada.— JungKook siguió gimiendo, pero en menor frecuencia. La cuna chirrió con cada movimiento, lo que en vez de calmarlo, lo hizo largarse a llorar.
NamJoon maldijo su suerte en todos los idiomas que conocía, y se hizo una nota mental de ponerle aceite a los metales de la cuna.
—Está bien, está bien, pequeño.— Se inclinó sobre el bebé y lo sostuvo contra su pecho. Lo meció, y caminó por toda la habitación mientras JungKook lloraba lo más fuerte que podía.—Ya, Kookie, papi está aquí.
JungKook lloró amargamente, y NamJoon continuó con su tarea. Se paseó por todo el cuarto susurrándole cosas hasta que su llanto hubiera aminorado considerablemente.
Pasó sus dedos por el cabello del bebé y acercó su cabeza para dejarle un beso en la coronilla.
JungKook parpadeó varias veces, confundido y miró a NamJoon en la oscuridad.
—Hola, cielo.— le sonrió y el bebé entonces pareció reconocerlo.
—Papi, papi...— balbuceó, estirando los brazos para posar sus manitos en el rostro de su padre. NamJoon le limpió las lágrimas del costado de sus ojos, y JungKook bostezó.
—Parece que alguien aún tiene sueño... ¿qué dices sobre dormir con papi hoy, Kookie?
El bebé continuó tocando su rostro con vehemencia, ya que era la única forma en la que podía percibir a su padre en la oscuridad.
—¡Papi...!
—Vamos a dormir entonces, pequeño.
Con esas palabras, salió de la habitación del niño a tientas, dirigiéndose directamente a su habitación con SeokJin, en donde la cama estaba igual de fría que un témpano de hielo.
NamJoon se sentó primero, y una vez colocó con una mano las almohadas en su lugar, acostó al bebé en el lado de SeokJin. Sabía que el aroma del rubio estaba impregnado por ese lugar, por lo que también presintió la reacción de JungKook, sesgraciadamente.
—¿Appa?— Preguntó, sintiendo el aroma a durazno de SeokJin.—¿Papi? ¿appa?
—Appa vendrá pronto, bebé.— NamJoon se acostó a su lado, y colocó una mano sobre el vientre de su hijo.
—¿Appa?— volvió a preguntar, frunciendo el ceño con un tono quejumbroso.—¿No appa?
NamJoon abrazó al bebé contra él.
—Por ahora no, Kookie, lo siento.
—Papi, quero appa. ¡Quero appa!
—Kookie...
—¡Appa!— hizo un puchero, y las lágrimas comenzaron otra vez. NamJoon suspiró profundamente, y cerró los ojos un momento.
No culpaba a JungKook. Él también necesitaba a SeokJin y tenía ganas de hacer un berrinche de la misma forma.
—Appa ya volverá, Kookie.— susurró en su oído para que los escuchara y subió y bajó su mano por encima del vientre del castaño.—Cuando despiertes...
—¡Appa 'anta! ¡'anta!
NamJoon frunció el ceño. ¿Cantar? ¿SeokJin le solía cantar para dormir?
—¿Quieres que Appa te cante?
—¡Appa 'anta Kookie!
Los brillantes ojos de JungKook— ahora inclusive más brillantes por las lágrimas.—le suplicaron; y NamJoon no supo que hacer. Él no tenía una maravillosa voz como SeokJin, y dudaba que JungKook quisiera que alguien más que el rubio le cantase. Así que estaba en un aprieto.
Entonces tuvo una idea.
—Kookie, ¿no quieres escuchar un cuento?
A pesar de que estuviera llorando, la palabra "cuento" pareció llamar su atención, ya que ladeó la cabeza ligeramente y solamente hipó.
NamJoon le limpió la carita sonrojada con una mano.
—Cuento, bebé.
—¿Papi quento? ¿mimir?— ocultó su sorpresa al escucharlo. Por más que la dicción o gramática del bebé no fuera muy buena aún, entendía bastantes cosas avanzadas para su edad.
—Así es. Te contaré el cuento de como papi y appa se conocieron. ¿Quieres escucharlo?
—¡Appa y papi! ¡papi y appa! ¡quento!
NamJoon sonrió y comenzó su relato.
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Hiseolyl 「 NamJin 」
Fanfic❝Hogar, dulce hogar...❞ SeokJin era un actor exitoso, y NamJoon era un músico de renombre; pero al contraer matrimonio, decidieron que lo mejor era reinstalarse lejos de las cámaras para tener una vida tranquila. El destino: un pueblo rural llamado...