Desperté tras sentir vagamente el cálido y suave tacto de los labios de mi madre mojar mínimamente la piel de mi frente, como respuesta me moví un poco sobre la cama recostándome de lado donde le daba la espalada a la presencia materna junto a mí decidido a seguir durmiendo es que ¿Quién quiere despertarse a las 6:00 de la mañana para sufrir?
-Vamos dormilón, es día de preparatoria y no puedes faltar- escuché como me decía aquella dulce y materna voz que amaba escuchar, pero este no era el mejor momento para amarla, en este momento tal vez la odiaba.
-N... No quiero- balbuceé a como pude, el ensueño empezaba a abandonar mi ser mientras yo luchaba para que no lo hiciese.
-Pero debes- esta vez unos aplausos acompañaron su tono de voz, como odio esto -Vamos, arriba- más aplausos terminaron de sacar la última pizca de ensueño dentro de mí, tal vez no quería dormir, pero no significa que quería levantarme de la cama.
-Pero no quiero- volví a balbucear mientras me sentaba en esta forzándome a mí mismo a tomar aquellas acciones, abrí los ojos lentamente para mirar sus dulces expresiones, tal vez al verla en frente mío me hacía querer sonreir, pero me era imposible, ví como ella sí había sonreido, tal vez victoriosa y luego abandonaba la habitación, yo suspiré harto, me puse de pie, tomé mi toalla para luego colgarla en mi hombro y entonces ir al baño.
Luego de unos minutos, salí de allí con rumbo a mi habitación donde me adentré y luego vestí, nada que no haga a diario, miré sobre el viejo gavetero y ví esa monedilla que me había encontrado en la calle, sonreí, pues recordé mis palabras en ese momento "Vas a ser mi monedilla de la suerte" No puedo creer que siquiera haya dicho eso ¿Y quién sabe? Tal vez si era de la suerte.
Miré junto a esta aquel trasto que hace tanto me habían regalado, aquel viejo, pero emocionalmente valioso reloj que de milagro aún funcionaba lo tomé entre mis manos -No sé como aún sirves- le dije como si este tuviese vida, creo que tengo algo con hablarle a los objetos, no lo sé. Aquel reloj me hacía pensar en esa mujer ¿Que habrá pasado con ella? ¿Dónde estará justo ahora? Sinceramente me gustaría volver a encontrarme con ella, saber como está, así no la conozca, es que ese pequeño detalle era algo que al día de hoy aún valoraba.
Fuí a la cocina y me senté en aquella pequeña pero servible mesa, casi al instante mi madre se sentó en frente mio mientras ponía ambos platos con sus contenidos sobre la mesa, le sonreí e inmediatamente empecé a comer, luego de unos minutos, entre unas pocas palabras pasadas con mi madre terminé el desayuno, me levanté de la mesa y lavé mi plato, luego tomé mi mochila y mojé la mejilla de mi madre con un beso -Te amo, ma- dije acompañando el acto.
-También te amo, hijo- recibí como respuesta, me dediqué a cruzar la puerta para salir de la casa, me dispuse a caminar por las calles algo pobladas, tal vez por padres llevando a sus hijos a la escuela, algunos hijos yéndose en soledad y tal vez algún adulto con un maletín o un bolso posiblemente camino.a su trabajo, nada fuera de lo común.
llegué como de rutina a la preparatoria para luego adentrarme en esta y ligarme con los demás al mismo tiempo.
-¡Jin!- Reconocí algo lejena la voz de JiMin entre el bullicio de los demás estudiantes, reducí mi velocidad hasta que me detuve y esperé a que este llegase a mi lado para entonces seguir caminando, esta vez acompañado por la presencia del más bajo -Jin, ¿Este es el fin de semana que irás a mi casa?- escuché a JiMin preguntar, tal vez algo emocionado por el hecho.
-JiMinie, falta mucho tiempo para que entreguemos esas cartas- respondí mientras reía ligeramente por su entusiasmo.
-Ya sé, lo siento, es que no puedo esperar, será tan divertido- dijo esta vez, JiMin parecía un niño pequeño, estos realmente se entusiasman por disparates, aunque en cierta forma yo tambien estaba ansioso por ir, tanto por digitar mi carta como por pasar tiempo de calidad con él.
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Homofobia // NamJin
FanfictionJin es un chico de 17 años, un chico con problemas económicos, y abandonado por su padre al nacer, obligado por su propia consciencia a tomar medidas sobre esta situación, y para ponerle la cereza al pastel, tiene gustos diferentes, en pocas palabra...