Título: Secuestrando a la princesa. Parte: I/IV Nota: Largo. ****
Oscuridad, eso era lo que recordabas, sinceramente ni sabías hace cuánto tiempo estabas dormida o mejor dicho sedada; cuando despertaste, claramente confundida, viste la habitación en la que estabas, una habitación de ladrillos grisáceos, una puerta a tu lado, una ventana sin vidrio pero con rejas, y sin poder olvidar la cama de seda dónde te encontrabas acostada. Y que no se note tampoco las esposas con cadenas que tenías en las manos.
-Hasta que al fin despiertas.
-¿Quién eres tú?, ¡sácame de aquí!
Viste una sombra en la oscuridad de la habitación apoyada en la pared con los brazos cruzados, desde tu lugar se podía ver que quién quiera que sea era muy alto.
-¿En serio?, bueno debo admitir que no me sorprende tu desconocimiento sobre mí.
La persona entre las sombras salió a la luz dejándote ver a un hombre alto, algo fornido y serio, en otras circunstancias lo hubieras encontrado atractivo.
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Entrecerraste tus ojos al ver esos ojos verdes tratando de descifrar lo que él había dicho de conocerlo.
-Yo conozco esos ojos...
Susurraste y a como pudiste te levantaste de la cama aún siendo presa de las cadenas en tus manos.
-¿T-tom?
Este hizo un saludo casi militar flojo.
-Hola de nuevo TN, ¿o debo decir princesa?
Dijo las últimas palabras casi escupiéndolas con desagrado, mandándote un escalofrío a toda tu espina dorsal.
-¿P-por qué me tienes aquí?
-Se ve que allá en el castillo no te dan clases de nada ¿eh?, TN estás secuestrada en estas ruinas abandonadas y no te dejaré ir a menos que tu madre me dé lo que me pertenece y me corresponde por honor.
Sentiste mucho miedo al ver su rostro serio y molesto.
-¿Qué es lo que quieres?, ¿dinero? ¿joyas? ¿propiedades?, dime lo que quieres, te juro que mi madre te lo dará.
La risa que te dio fue la más tétrica que haz oído en toda tu vida.
-No quiero nada de eso TN.
-¿E-entonces qué es lo que quieres?
Tom se acercó hasta estar demasiado cerca de tu rostro mientras mirabas sus ojos con miedo y temblabas levemente en tu lugar.
-Quiero que tu madre pague por lo que hizo.
Y sin más se fue de la habitación, dejándote con una sensación horrible de soledad y miedo por el oscuro lugar en el que te mantenía encerrada, con lágrimas en tus ojos mirabas por la ventana hacia la Luna que apenas estaba saliendo a iluminar la noche, pidiéndole que te ayude a salir de ese infierno que apenas comenzaba.
