Fuego

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El mito recurrente entre los humanos usado para asustarlos acerca de su comportamiento, decía que el infierno era un lugar donde Dios había aislado a los desterrados por su desobediencia y terribles pecados. Y es descrito con regularidad como un lugar lleno de incesantes llamas, a temperaturas arriba de los mil grados Celsius. Muchas veces, también es representado como un horno inmenso lleno de cacerolas gigantes donde los demonios se zambullen como en una alberca y tienen fiestas todas las noches, eso no parecería mucho un castigo, ¿o sí? En realidad el infierno es mucho peor.

No hay mucho fuego literalmente hablando (a excepción de las veces en que algo se sale de control). Infierno en sus comienzos significaba inferior, hasta ahora que se ha deformado el significado.

En realidad el fuego del que mito habla no es literal, sino que es la descripción más cercana a lo que un demonio sintió al momento de caer y que tendrá por el resto de la eternidad, está descripción está relacionada al dolor que un humano sentiría al sentir su piel arder por contacto con el fuego constantemente hasta que deshicieron cada trozo de su piel y órganos internos, algo que probablemente los haría desmayarse en segundos, capacidad que a los demonios se les negó, a la larga aprenden a vivir con ello, pero nunca se olvida.

Esa noche Crowley, quien estaba en medio de la oscuridad y la humedad, había estado pensando para distraerse de dicho dolor como hacia todas las noches.

Su hilo de pensamientos inició con lo que había hecho durante el día.

Y ahí estaba. Ese ángel. Había llamado su atención, pero no sabía por qué. Trajo a su memoria su imagen y comenzó a hacer una lista mental con las características más sobresalientes:

• Estatura inferior a la propia,  aunque era un cheneque más alto que Belcebú.
• Tenía cabello blanco que a simple vista podría hacerlo parecer un anciano, pero al prestarle atención resultaba... ¿misterioso?
• Era un maldito ángel.

No era una lista muy extensa. Sentía que seguía habiendo un factor que era el principal motivo de su atención, pero no podía encontrarlo.

Pronto le restó importancia  al asunto  y se desvió  del tema por décima  vez en la noche y comenzó a quedarse dormido

«¿Tú qué?» - había preguntado sorprendido a la figura que había visto sostener una espada que irradiaba fuego.

«la regalé» - dijo después de varios intentos y dudas.

Y fue ese momento. Crowley había abierto sus ojos de serpiente con sorpresa, porque en realidad lo estaba.  Nunca antes había visto a un ángel ser un verdadero ángel. Alguien que se preocupara por los otros y además no lo anduviera presumiendo ante sus superiores para obtener algo a cambio. Todos los ángeles que había conocido eran así: deshonestos, burócratas, insensibles, de mente cerrada, presunciosos, amenazantes... Pero Aziraphale no. Era honesto, inocente... era bueno.

Crowley se removió con violencia entre las cobijas sobre su cama, ( o los prospectos de estas desde que no habían sido inventadas aún, más adelante presumiera como un invento para fomentar la pereza entre los hombres): el dolor al que había estado acostumbrado estaba cambiando, ahora el fuego estaba en su interior, quemándolo por completo, saliendo desde su estómago, recorriendo su esófago, haciendo que su pecho tuviera escalofrío llegando hasta su cabeza. Sonrío, sabía que estaba perdido.

Fictober Good Omens 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora