En el infierno, el departamento de adquisiciones había comprado (o quizás creado, en el infierno nunca se sabe cuando uno de sus instrumentos pertenece a su creación o está patentado en un lugar de la Tierra debido a que había surgido de la imaginación de alguno de esos psicópatas humanos, generalmente, los inventos más crueles en aspectos tanto psicológico como físico, habían sido creados por los humanos (aunque algunos decían haberlos inventado ellos mismos (en realidad solo Crowley))) una nueva máquina por órdenes superiores, las cuales nunca nadie podía comprobar si en realidad eran hechas por Satán, pero aún así debían ser obedecidas.
La máquina en cuestión había sido colocada en el "almacén", que era el último cuarto del infierno (al menos el último cuyo acceso no era restringido) y dónde se guardaban armas y otros instrumentos que podrian ser útiles para convertirlos en algún crimen que desatara la violencia y fin de la humanidad o simplemente la recaudación de almas para el todopoderoso del averno.
Las instrucciones de dicho aparato como todo lo demás en el abismo no eran muy precisas, todo estaba intencionalmente descrito para conducir a la malinterpretacion y por lo tanto, a la destrucción. Porque el infierno como todo lo salido de él, era malvado. Se decía que podía hacer cualquier tipo de artefacto o ser para provocar el apocalipsis. Lo que se necesitaba por aquellos días en el infierno y había sido también la razón de ser de la máquina "crea-destructores" era que el hijo del amo, necesitaría un acompañante cuando su misión de acabar con todo lo existente sobre el planeta y así empezar la batalla final entre el cielo y el infierno, comenzara.
Se habia decidido que un sabueso infernal de tres metros de altura, hocico con colmillos de veinte centímetros y ojos con fuego, sería el adecuado y algo no muy llamativo para los humanos, quienes seguramente atribuirian mutación si es que alguna vez notaban al animal.
La máquina procesó las instrucciones que le habían dado, y el perro había salido casi de acuerdo a lo planeado a excepción de unas mínimas malinterpretaciones dadas al traducir al código binario respecto a su tamaño. Sin embargo, los poderes sobrenaturales que se le habían dado y el entrenamiento al que sería expuesto, acompañado de su dieta consistente en demonios torpes y humanos distraídos, serían suficiente compensación ante esa diminuta problemática, error de fabricación. El perro sería malvado.
Después del Armageddon fallido, Adam supo que perro había sido un regalo de su padre y que su único propósito en la vida era ser el guardián y ayudarle a Adam a aplastar a cualquiera que se le atravesara y no estuviera de acuerdo con sus planes y puntos de vista. Eso le pareció a Adam muy cruel. Su padre biológico quería que su perro y el mismo fueran malvados, sin darle a ninguno de los dos ni la minima posibilidad de escoger.
- Quizas sería buena deshacernos de él, Adam - Aziraphale habia Sochi después de observar el comportamiento un poco antinatural del perro, al ser tan leal a Adam. El perro estaba jugando con un ratón. - quizás sus poderes podrían hacerte cambiar.
Adam observó a su fiel amigo y la manera en que éste lo miraba.
- Él, se equivocó, saben - observó a Aziraphale y a Crowley- no se nace malvado, depende del lugar en el que hayas nacido y como fuiste tratado. Y yo no soy malvado, ni lo seré, perro tampoco, así que dejen de preocuparse. Es hora de ir a casa, perro.
El animal dejo lo que hacía a pesar de que lo disfrutaba, sus instrucciones habían sido claras, obedece a tu amo sobre todas las cosas y así sería. Y si su amo no quería que fuera malvado, no lo sería. Ambos se fueron a casa, Adam planeaba ver la lluvia de estrellas de esa noche a través de su nuevo telescopio, y había planeado, que perro las viera con él.