Era la primera botella de la noche y habían decidido que no tronarian los dedos. Había poco que resolver y mucho que olvidar desde que se había acabado aquel conflicto que involucraba jinetes con personalidades y trabajos extraños y un niño con poderes sobrenaturales.
Se merecían un escape de la realidad.Aziraphale solía beber rápido y esa era la razón por la que el alcohol se mezclaba rápido con su sangre y terminaba ebrio con gran facilidad.
Crowley tomaba su tiempo. No sólo porque sabía la técnica, sino porque era muy divertido ver a Aziraphale perder la conciencia.Aziraphale tomó una copa del vino tinto de la cosecha francesa de 1952 a gran velocidad, parecía que tenía prisa, a dicha copa siguieron dos más y Crowley al ver como su amigo iba perdiendo la conciencia sonrió. Crowley pensaba que Aziraphale era muy tierno porque era un angel, pero cuando era sometido a condiciones de embriaguez o estrés extremo, su ternura aumentaba proporcionalmente al nivel de estrés o alcohol al que estaba siendo expuesto.
- Aziraphale, ¿no crees que te estás excediendo un poco? Y te lo digo yo, quien debería tentarte a que sigas por ese camino.
Aziraphale se sentía más ligero y relajado de lo común, solo rio ante lo que pensaba en aquellos momentos de confusión que su amigo exageraba. Así que limitó sus acciones a tomar otra copa a la velocidad antes mencionada. Le ayudaba a reducir el manojo de nervios alojado en el interior de su estómago que le hacía sentir que una piedra encendida en llamas le quemaba por dentro.
- Ángel, ¿estás seguro de que estás bien?- Está vez, Crowley comenzaba a preocuparse, comenzaba a creer que Aziraphale estaba escondiendo algo, algo le preocupaba, estaba convencido. A lo largo de seis mil años, en los cuales había estado en medio de guerras y presenciado masacres que lo habrían marcado para siempre y frustrado debido a la falta de autoridad para remediar dichos fenómenos productos de la crueldad humana, nunca había visto a Aziraphale beber de dicha manera, por lo que dedujo también, debía ser un asunto grande, no bebía de felicidad porque habían evitado el Armageddon.
- ¿Por qué no habría de estarlo?- vaciló el ángel, pero al fin logró formar la frase que estaba buscando.
- No lo sé, pero mirate- exclamó el hombre con ojos de serpiente ocultos por gafas de sol, aunque la luz del sol no podía colarse a través de las columnas y techos de concreto, mientras sus manos se agitaban con excitación, señalando la figura completa del ángel.
Aziraphale quien tenía un 12% más del alcohol en la sangre que la última vez que habló, se rindió al fin:
- Tengo algo que confesarte, Crowley. Pero es muy difícil para mí.Crowley lo miró con intención de determinar cuál era ese secreto tan profundo que hacía actuar a Aziraphale de una manera tan extraña.
- Dilo
Aziraphale bebió otra copa en un segundo. Su aspecto empeoró: temblaba, los labios se le secaban, transpiraba, su respiración estaba agitada y Crowley casi podía oír su corazón desde el lugar en que estaba, parecía que era un secreto que acabaría con él.
- ¿Aziraphale?
El ángel respiró hondo. Casi podía imaginarse la respuesta de Crowley, y de todas las posibles respuestas no veía ninguna positiva, pero tenía que hacerlo. Se había prometido que de salvarse se lo diría. Intentó beber otra copa pero la botella había sido drenada por él mismo. Levantó la mano para pedir otra, sin embargo, Crowley la regresó a su sitio de un pequeño golpe.
- No habrá más vino hasta que hables, ángel. - Había sido una reprensión, una orden. El corazón de Crowley tambien se estaba acelerando debido a la incertidumbre, ¿era ese sentimiento que le devoraba el interior del que se arrepentía tanto que al fin le revelaría?
- Hace unos años- comenzó el hombre siempre vestido de blanco, el color de su alma. - yo-yo
Titubeaba y Crowley perdía la paciencia con mayor velocidad. Lo tomó del cuello.
- Habla- Crowley estaba impaciente y su sangre hervía, su estómago gritaba casi de manera literal.
- Yo fui quién dañó el motor del Bentley, estaba molesto y algo salió mal. Lo reparé, pero deseé que te desintegraras porque habías sido algo grosero esa tarde, nunca te lo dije. - Aziraphale suspiró profundamente, aliviado- necesitaba sacarlo, espero que no estés molesto.
Crowley dejo caer su rostro (dramáticamente) sobre la mesa, y levantó la mano, y hablando lo más fuerte que pudo, aún con la cara pegada a la mesa, exclamó:
- Necesitaremos más vino aquí.